Todos publican suplementos cada 6 de Agosto. El más penoso es el lamento de pérdidas territoriales bolivianas a sus cinco vecinos. Tres de ellos debido a guerras perdidas que cito aunque fuera solo para informar. En 1825 nació la República de Bolivia con casi dos millones y medio de Km2. Hoy solo tiene un 1´098.581 Km2, en una vastedad casi 27 veces mayor que Suiza, el país que con sus $83.718 dólares de PIB per cápita, íbamos a alcanzar en 20 años según el blablá de un impostor de títulos. Pasaron la mitad y nada: se tiene un PIB per cápita de poco más de $6.000 dólares. (“Taquipayanacu” de fondo).
La pérdida más pequeña, 120.000 Km2, es la que más lagrimones provoca. Claro, fueron 400 Km de costa marítima dejada a Chile en la Guerra del Pacífico, ¡viva el carnaval! Fue una guerra avisada desde que el chileno Portales alertó su necesidad de crecer al norte, primar en el océano Pacífico sur frente a Perú y desbaratar la Confederación Perú-Boliviana. Chile fue comiendo de a poco el Litoral, nuestra décima estrella en el escudo. ¿Serán los manantiales, los salares y los lagos multicolores sus próximas presas? (Yaraví de fondo).
La torta negra es de Brasil. En 1867, comieron la parte adyacente al río Madera, sin que tal vez andinocéntricos diplomáticos ignorantes de la Amazonia negociaran quedar con un pedacito de ribera al norte del río y allende las cachuelas. La inopia de Melgarejo cedió la ribera occidental del río Alto Paraguay, dejando a Bolivia con uñas de gato de acceso a lagunas del Pantanal, además de lo que se nombra como Mato Grosso. El Acre fue vendido a Brasil en 1903 por dos millones de libras esterlinas y el tren de la muerte para sortear las cachuelas, después que siguieran el libreto gringo que birló Texas a México. Ante el triunfo de las armas bolivianas, el Barón de Río Branco amenazó invadir Bolivia desde el este. La cereza de la torta fue el triángulo entre la naciente real del río Verde, una naciente falsa en el río Tarvo, y la laguna Marfil: 2.600 Km2 cedidos en 1928, dicen. (Samba de enredo de fondo).
La Guerra del Chaco también fue un entuerto avisado. Cuando el cruceño Miguel Suárez Arana fundó Puerto Pacheco en 1895. No impidió que una cañonera paraguaya llevase presos a Asunción a fundador y pobladores, mientras en Bolivia se trenzaban “chuquis” y “chucutas”. En 1928 hubo el “incidente” del Fortín Vanguardia, cercano a Puerto Suárez, que Paraguay ocupó por unos días. Cinco años después, el desacato de un milico originó una guerra que hoy disfrazan con haber cedido al Paraguay 234.000 Km2, (¿la mitad?), de “598.000 Km2” del Chaco Boreal. En verdad, los valientes “pilas” fueron los que corrieron a guascazos a los “bolis” del Chaco, al revés de lo que Salamanca arengó ¿Hay petróleo en Puerto Pacheco, en el Fortín Vanguardia, en la laguna Pitiantuta? Las negativas rebaten la versión de que el conflicto se debió al tira y afloja de la Standard Oil (estadounidense) y la Royal Dutch Shell, que no es alemana sino holandesa y tampoco real porque desde 1918 Alemania no tuvo rey. Yo conocí al héroe de Boquerón, el Coronel Marzana, cuando arañaba un penoso pasar en Irpavi. (Guarania Recuerdos de Ypacaraí de fondo).
¡Basta ya de aparentar! Si algo hay que reconocer es la desidia y la imprevisión. Desde que Bolivia fuera conocida como la Prusia americana, mandamases militares andan más ocupados en tener medallas que les asemejan a mariscales rusos sin haber ganado batallas. ¿No es una sinrazón que un país de “36 nacionalidades” se intente colonizar con una tenue patina de aymara? En Bolivia diversa en paisajes y multicultural en lo étnico, bien podrían incentivar la competitividad forjando cuadros de acuerdo a la gente y los rasgos geográficos de cada región. Como los Incas. (Tonada andina “El cóndor pasa” de fondo).