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21/08/2016
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Hoy, domingo 21 del tiempo ordinario, y 21 de agosto, el Señor nos regala a los cristianos en la celebración de la eucaristía, su palabra de salvación que nos invita a actuar con sinceridad y seriedad, con la misma verdad y misericordia con la que actúa nuestro Padre siempre misericordioso. Al que le preguntó a Jesús sobre el número de los que se salvan, no le respondió directamente, pero le da la enseñanza de cómo ha de vivir si quiere llegar seguro a salvarse. Los rabinos del tiempo de Jesús estaban de acuerdo en afirmar que la salvación era monopolio de los israelitas, pero que no todos lo conseguirían.

Hoy día, en la práctica, no pocos cristianos creen que por estar bautizados, confirmados, haber recibido el sacramento del matrimonio, ya tienen un lugar reservado en el cielo. Con motivo de la pregunta del escriba, Cristo exhortó a todos: "Esfuércense en entrar por la puerta estrecha; les digo que muchos intentaron entrar y no pudieron". Esta afirmación la ilustra Jesús con la parábola de la puerta que se cierra para algunos, impidiendo su acceso al banquete del reino de Dios, pero lo conseguirán muchas otras personas que han venido de los cuatro puntos cardinales, porque "hay últimos que serán los primeros; y primeros que serán los últimos”. Con esto, Jesús desestimó la falsa seguridad de Ia salvación.

Dios es misericordioso. Si no fuera así, no sería Dios. Pero Dios no es tonto. La tierra prometida fue un regalo de Dios que, hasta el día de hoy, no olvida el pueblo de Israel, pero para alcanzarla tuvieron que caminar durante 40 años, batallar sin descanso... El esfuerzo estuvo presente en toda la caminata hacia la tierra prometida.

Según el mismo Jesucristo, “la puerta estrecha” es una tarea ardua del vivir cristiano. Y, esto no porque no tenga muchas ganas de recibirnos a la mesa del reino, sino porque para realizarnos como cristianos, según nuestra vocación, se nos exige el esfuerzo de cada día. Vivir en cristiano la pertenencia política a un partido cuesta mucho, como el defender desde el partido la verdad, la justicia, la defensa del derecho a la vida desde el nacimiento a Ia muerte; en una palabra, guardar los principios cristianos, no es nada fácil. Al hacer una ley, hay como una prueba de fuego, en cualquier parte del mundo, pues Jesucristo nos pide siempre defender los valores del evangelio. Asimismo, vivir la fidelidad conyugal, poner la mejilla al que nos ofende, rezar por los que nos hacen el mal...es un caminar cuesta arriba.

A los judíos no les gustó nada el escuchar de los labios de Jesús que el pertenecer al pueblo de Dios no les bastaba para llegar a la salvación; que podría llegar a suceder que se quedaran fuera del cielo, y por el contrario, los paganos –Ios judíos llamaban paganos a todos los que no pertenecían a su pueblo– podrían entrar en el reino, se les adelantarían a entrar al gozo de la salvación. Claramente dice: "no basta ser hijos de Abrahán". No basta que puedan decir que el Mesías ha salido de entre ellos y que han "comido y bebido" con él.

En varias parábolas, la salvación que Cristo ofrece no se vincula a un determinado pueblo, religión, raza o herencia familiar. San Pablo, en repetidas ocasiones, nos dice, que para Dios no hay judíos o griegos, ni esclavos, ni libres, sino que todos están llamados a ser hijos de Dios Padre.

Toda persona que busca con sinceridad y sirve a Dios, se salvará, porque para Dios todos somos igualmente sus hijos, invitados a entrar en el reino de Dios. No es la simple pertenencia a la Iglesia la que nos salvará, sino escuchar la voz divina y ponerla en práctica. Jesús dice al que le hizo una pregunta ¿quién podrá salvarse? : "Si quieres entrar en la vida eterna guarda los mandamientos”.

Hoy día se busca una religión a la carta, al gusto de cada cual. La apertura y el talante del papa Francisco han llevado a bastantes cristianos a creer que cambiarían las exigencias de la Iglesia. Pero no ha sido así. El Papa no deja de llamar a todos los cristianos a seguir el evangelio, que siempre es y será exigente. Frente a la permisividad socio-moral que nos toca vivir, puede ser que las puertas que nos lleven al cielo se nos cierren. Por ello, es muy necesario ser responsables con lo que Dios nos pide; siendo solidarios, fraternos, serviciales con todos, humildes, sencillos y luchar cada día para no caer en la idolatría del poder, poseer y del placer. Para todos nos es indispensable en el vivir en cristiano, seguir en fidelidad el proyecto de santidad que Jesús pide en el evangelio.

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