¿Un cambio de verdad?

28/08/2016
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Bolivia nunca ha constituido una nación unida e integral. Siempre ha sido una suma de partes heterogéneas y de conflictos externos e internos. Parece dolorosamente cierto que vive entre errores y fracasos, resultado de una maldición de los Fundadores, por la traición de sus nobles propósitos y esperanzas. Son también frutos las extensas pérdidas territoriales y bloqueos a la vecindad del mundo –y en lo interno– la permanente confrontación regional, política, social, y más, un 95% del territorio nacional sin definición de límites intermunicipales, interprovinciales e interdepartamentales, que representan su geografía diversa.

Estos tiempos de plurinacionalidad favorecen la situación de mayor desorden, vuelven las republiquetas por doquier, el Chapare con sus vicios, normas y prerrogativas; la minería cooperativizada con su poder, derechos y privilegios; las organizaciones sociales con la corrupción y el manejo arbitrario de los recursos públicos; departamentos usurpadores de territorios sin compensación alguna, provocando asimetrías y haciendo víctimas a sus propios hermanos… Narcotraficantes, contrabandistas, corruptos políticos e  informales crecen cada día; serie de colectivos que viven al margen de la ley sin pagar impuestos, y campean en los confines de nuestra patria destruyendo la estructura institucional, y socavando su futuro y esperanza.

Qué clase de país es este que hace leyes para no obedecerlas, no reconoce autoridad, no tiene justicia independiente, que mata gente como seres sin derechos individuales, que dispone de los recursos públicos como si fueran privados, que dizque tiene autonomías pero es más centralista que nunca; y finalmente, maneja la información mostrando una isla de la fantasía, para cumplir objetivos puramente políticos e interesados para la prórroga de su poder. Somos un país con los más bajos indicadores de empleo, ingreso per cápita, salud, educación, seguridad, etc… Y, ¿entonces, marchamos seguro hacia un estado fallido?...

Este es un pueblo joven –es cierto– no ha vivido lo suficiente para su formación y madurez. Es como un niño irresponsable que ignora las responsabilidades de vivir en un mundo “aquí y ahora”. Creemos lo que nos cuentan los pregoneros de turno y abrigamos esperanzas de promesas que no se cumplen. En la ondulación de los ciclos económicos, hay períodos de expansión y contracción, nos ilusionamos en los tiempos de altos precios de los productos de exportación; y nos frustramos cuando llegan los tiempos de caída de precios que nos bajan a la realidad. Bonanza y Crisis la eterna historia económica boliviana.

“La unión hace la fuerza”, es la divisa que ostenta orgulloso el palacio de gobierno de la capital, una lección que deberíamos aprender más allá de los slogans políticos que no le hacen bien al país. La unidad es la única fuerza capaz de transformarnos en verdaderos seres humanos, parte del gran conglomerado social de la Gaya y el Universo, que emiten vibraciones de orden y energía positiva, mientras nosotros –humanos– emitimos vibraciones de caos y energía negativa, cuyos resultados son desequilibrio, guerra, violencia, vicio, atraso y pobreza.  

¡Basta ya, de tanta gestión irresponsable de los gobiernos, basta ya, de tanta mentira e impostura!. Trabajemos y construyamos –gobernantes y gobernados- un mundo nuevo con solidaridad, trabajo y sacrificio. Basta de  ricos que de la noche a la mañana hacen fortunas nacidas en la corrupción, la política y el provecho! Basta de desvalorizar al ser humano, que es un ser superior llamado a cumplir un rol que trasciende el tiempo y el espacio, un ser fundamentalmente espiritualista cuya consciencia está más allá de los bienes materiales, los placeres y los vicios, que disputa ciego con tanta fruición. Promovamos la creación de un país basado en la unidad, la educación, la justicia y el derecho; el respeto de lo ajeno, el trabajo creador y el entendimiento fraterno, solidario y constructivo.

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