Desviar el aviso de Jesús sobre el dinero

18/09/2016
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Hoy, como hace dos domingos, Jesús nos enseña a buscar la verdadera sabiduría, distinguiendo lo que es importante y lo que no es, en la perspectiva del seguimiento de Él. No hay que olvidar que cristiano es el que intenta seguir a Jesús, guardando sus enseñanzas. Muchas veces no llegamos a tener la perspectiva adecuada para apreciar el justo valor de las cosas. Por ello, necesitamos la sabiduría divina que tanto apreciaban los personajes del antiguo pueblo de Dios. Cristo es el Maestro que sabe y manifiesta ante el dinero una actitud despectiva y recelosa.

El dinero es siempre un tema actual. ¿Qué uso debemos hacer de él, para que no nos estorbe, sino que nos favorezca en el seguimiento de Cristo? No nos debiera molestar que el evangelio nos hable de ello tantas veces, como no nos molesta cuando viajamos por la carretera, que haya repetidos avisos de peligrosas vueltas… Jesús sabe muy bien que las riquezas son obstáculos y peligros serios en su seguimiento. Ahí está la corrupción administrativa en todo el mundo, señalando que es un peligro para todos.

Lo cierto es que hay que seguir luchando en la vida para ganar dinero que nos alcance para poder vivir holgada y dignamente. Pero Jesús nos enseña a hacer esto desde esta convicción: el dinero no vale gran cosa, es peligroso y hay que manejarlo con cuidado y como a ciertas substancias tóxicas. El dinero es un mal necesario. Existe siempre el peligro de desviar el aviso de Jesús sobre el dinero, exclusivamente hacia los ricos de hecho, reduciendo el mensaje que es para todos, pues todos tenemos apetencias y alma de ricos.

El humilde y atrayente san Francisco de Asís consideraba el dinero “como estiércol del diablo”, y lo trataba con repugnancia y compartía el punto de vista de Jesús. Por eso se sintió sumamente feliz y libre, cuando pudo vivir sin dinero, y miraba con compasión a quien tenía que manejarlo y preocuparse por él. A esos, los animaba a que a pesar de sus riquezas, trabajaran para llegar al cielo, buscando ser pobres y libres en lo profundo del corazón.

La parábola de hoy es la parábola del administrador infiel y corrupto, a quien el amo lo saca de su trabajo por malversión de fondos. Parece un tanto difícil interpretarla por su conclusión desconcertante, a primera vista. Dice: “El amo felicitó al administrador injusto por la astucia con que había actuado. Ciertamente los hijos de este mundo son más astutos con su gente que los hijos de la luz. Yo les digo: granjeasen amigos con el dinero injusto para que cuando les falte, los reciban en las moradas eternas”. Las lecturas son una buena invitación al buen uso e inversión sabia del dinero mediante el empleo solidario y religioso.

Este cambio de actitud frente al dinero es una condición fundamental para una reforma social cristiana. La conversión es un cambio de actitudes mentales y del corazón. Los obispos latinoamericanos dijeron en Puebla: “El cambio necesario de las estructuras sociales, políticas y económicas injustas no será verdadero y pleno si no va acompañado por el cambio de mentalidad, personal y colectiva, con respecto al ideal de una vida humana feliz, que a su vez dispone a la conversión” (D.P. 1155) Algunos dicen que antes que repartir mejor la torta hay que pensar de agrandarla. Pero también hay que combatir la gula.

Son muchos los que se apartan de la vivencia religiosa del encuentro con Dios por el largo tiempo que dedican en acumular más riquezas en este mundo. Por ello el apóstol Pablo llama a la codicia, “idolatría”, esto es dar culto a otro Dios, el dios dinero. El mismo apóstol enseña que la avaricia es la raíz de todos los males. De ahí, que el empeño de los creyentes por ganar el cielo nos debe llevar a poner constantemente el esfuerzo y dedicación que otros ponen por ganar riquezas. Hacer y aumentar el capital, alcanzar un puesto de poder, tener un puesto político o deportivo suscita tantas energías, cuánto más por llegar a tener las riquezas celestiales que serán eternas. En la conclusión de la parábola, Jesús nos señala el camino de invertir el dinero y todos los bienes que tenemos en granjearnos amigos en el reino de los cielos.

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