El Presidente del Estado viajará a Nueva York para intervenir en la Asamblea General de la Organización de Naciones Unidas (ONU) que se inaugura esta semana.
Aprovechará la oportunidad para reunirse con representantes de organismos multilaterales de financiamiento y, seguramente, sostendrá algunos encuentros bilaterales.
Si bien muchos analistas dudan de la utilidad de participar en este tipo de eventos, por el hecho de que con el correr del tiempo se han vuelto rutinarios y los diferentes mandatarios, con contadas excepciones, emiten su mensaje ante un auditorio semivacío, lo cierto es que no deja de ser importante sentar presencia y exponer la realidad del país y los alcances de su política internacional.
En el caso boliviano, un tema que siempre es desarrollado por los mandatarios que llegan a la sede de la ONU o sus delegados personales, es el de nuestro enclaustramiento marítimo. Es decir, aprovechamos este foro, con toda legitimidad y justicia, para hacer conocer al mundo que mediante una guerra se nos arrebató la salida soberana al Océano Pacífico con la que nació la República de Bolivia, y de los esfuerzos que el país ha realizado y realiza para recuperar esa cualidad marítima perdida.
Este año, probablemente el Primer Mandatario volverá a explicar nuestra decisión de acudir a la Corte Internacional de Justicia (CIJ) para demandar a Chile que, dando cumplimiento a una serie de ofertas que nos hizo desde el siglo antepasado, negocie con el país una salida soberana al mar.
Este tema, por lo demás, es el más importante de nuestra agenda de política internacional y a él deben subordinarse otros, particularmente los de carácter ideológico-sectario, por el hecho de que a lo largo de la historia de las negociaciones con Chile con ese fin, Bolivia ha recibido el apoyo de países con gobiernos de distinta ideología, pero que han comprendido la legitimidad de la demanda boliviana.
En este sentido, es de esperar que el Presidente del Estado evalúe detenidamente esta situación y, de esa manera y respetando las diferencias, consolide esos apoyos.
Otro tema que seguramente abordará el Primer Mandatario, como muchos de sus colegas, es el de la crisis económica internacional y, particularmente, el de la caída del precio de los recursos naturales, así como el de la reforma del sistema de Naciones Unidas, para que esta organización pueda recuperar su capacidad para mantener la paz mundial. En ambos casos, lo recomendable sería trascender visiones maniqueas a favor de la búsqueda de espacios de concertación en los que todos los países del planeta se comprometan a trabajar por la paz y el desarrollo sostenible y equitativo de los pueblos.
En todo caso, hay que tomar en cuenta que dado el actual orden internacional, nuestra voz es escuchada particularmente cuando, por un lado, se trata de los problemas que como tal debemos enfrentar más que por nuestra adhesión a específicos modelos ideológicos y, por el otro, cuando el país hace referencia a la participación que los pueblos rezagados pueden dar a una visión incluyente de desarrollo.
El presidente Morales debe recordar que el tema marítimo es el más importante de nuestra agenda de política internacional y a él deben subordinarse otros, particularmente los de carácter ideológico-sectario