Informes sobre las telecomunicaciones y la sociedad de la información confirman que estamos muy mal encaminados. Es que independientemente de cuál sea el parámetro que se tome como punto de referencia, y cualquiera sea el punto de vista, todos los datos coinciden al señalar a Bolivia como uno de los países cuya relación con Internet no hace más que empeorar, pese al enorme impacto que la red de redes y las nuevas Tecnologías de la Información y Comunicación (TIC) están teniendo en todas las actividades de la sociedad humana actual.
De acuerdo con documentos como el "Estado de la banda ancha en América Latina y el Caribe 2015" de la Comisión Económica para América Latina (Cepal), Bolivia sigue en el penúltimo lugar de la región con un promedio de 2,57 megabites por segundo (MB), entre la velocidad de la banda ancha fija y la de la banda ancha en celulares. En el otro extremo se ubica Uruguay, país que ocupa el primer lugar al haber alcanzado una velocidad en banda ancha de 22,58 megabites, la más rápida de la región, comparable con la de países europeos como España y Portugal.
Esos datos confirman que durante el último año se ha mantenido la tendencia negativa que ubica a Bolivia cada vez más lejos de los parámetros internacionales y más cerca de los países más marginales del mundo, como los del Subsahara africano.
Para revertir tal panorama, los esfuerzos, iniciativas e inversiones del sector privado no son de ningún modo suficientes, pues éste es uno de los sectores en los que la activa participación del Estado es imprescindible. Sin una decidida política estatal encaminada a promover, facilitar, abaratar e incentivar, recurriendo a todos los medios a su alcance, la asimilación y uso de las nuevas tecnologías, resultará imposible evitar que la brecha tecnológica que nos separa del resto del mundo continúe ampliándose.
Lamentablemente, lo poco que se ha hecho en esa dirección es, además de insuficiente, demasiado caro y muy poco efectivo, por lo que no extraña que en nuestro país, un tema recurrente de debate en el sector sea el relativo a lo mucho que nos estamos rezagando en la carrera tecnológica.
Con esos antecedentes, toca que las autoridades de todos los niveles hagan esfuerzos suficientes para revertir este estado de cosas y fiscalicen además que las escasas inversiones en el área arrojen frutos. (Reimpresión)
Los esfuerzos, iniciativas e inversiones del sector privado no son de ningún modo suficientes, pues éste es uno de los sectores sin los que la activa participación del Estado resulta imprescindible