El tractor del Presidente

PAREMIOLOCOGI@ 07/11/2016
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Fiel a su “doctrina”, el Presidente les dijo a los pobladores de lugares que perjudican la ampliación de una carretera, que “le voy a meter con tractor a esas casas y le voy a voltear personalmente”. Si esa amenaza, advertencia o broma, provendría de cualquier mortal como cualquiera de nosotr@s, pasaría como un dislate de alguna mente autoritaria, pero viniendo de la cabeza de uno de los órganos del estado y por donde se le mire, del hombre más poderoso de este país, pienso que se trata de un episodio más en el que su inconsciente le jugó una mala pasada al Mandatario, no pudo con la tentación de sí mismo.

Y es que si se trataría de un país sujeto al imperio de la ley, esa dificultad no necesitaría siquiera de la advertencia, amenaza o broma, sino se solucionaría a través de los mecanismos legales pertinentes, acudiendo a la administración de justicia, incluso sin descartar una expropiación de los terrenos, por supuesto mediante el debido proceso y el pago de una indemnización justa.

Pero… eso es propio de estados descuartizados en los que los poderes están separados, se respetan entre sí y sólo coordinan funcionalmente, sin que jamás ninguno se imponga a los otros, al extremo de tenerlos férreamente subordinados.

Entonces, tratándose del plurinacional no cabe otra que pensar que, efectivamente, el Presidente tiene su tractor, supongo no será amarillo como el de esa canción de moda hace años, sino como ahora ocurre con varias “instituciones públicas” que sin el menor disimulo llevan la enseña del partido, será por supuesto, azul, negro y blanco. ¿Será Made in China? Apuesto que sí y no fuera raro que alguna empresa famosísima haya sido la proveedora, me temo además sin licitación.

Sus obras, perdón estragos, son fácilmente comprobados especialmente en la incipiente institucionalidad que, con luces y sombras, se había avanzado desde la recuperación de la democracia en 1982. Por ejemplo, piense en que el tractor del Presidente le metió nomás con la independencia del órgano judicial, que si bien nunca fue un ejemplo universal de esa calidad, había algunos avances. Hoy, esa independencia para administrar justicia imparcialmente pese a quien pese y según cuestiones técnicas y no consideraciones y amarres partidarios y/o para pagar la factura o evitarse “problemas con el jefazo y sus muchach@s”, es un instituto en extinción, al extremo que hoy se recalientan procesos del siglo pasado, con tal de incomodar o deshacerse de los competidores del presidente.

La objetividad del Ministerio Público es otra víctima del tractor presidencial, pues desde hace tiempo, salvando alguno que otro fiscal que sobrevive a duras penas, el fiscalato ha reemplazado al temible Departamento de Orden Político de las dictaduras de corte militar, para encargarse del trabajo sucio a favor del poder partidario. Aunque ha cambiado sus métodos, sus fines son los mismos: sacar de circulación a los competidores de su jefazo, desgastarlos en todos los órdenes y mejor si logra encarcelarlos, sine die.

Otras obras del tractor presidencial pueden apreciarse en las “instituciones” de control al poder y la administración pública: la Contraloría procede con velocidad de la luz cuando se trata de quienes no son del gobierno y, absolutamente lo contrario cuando es algún hermano del instrumento, peor si es alto cargo. El Defensor del Pueblo, aunque intenta lavar con algún chispazo su lastimera imagen, no puede con la rémora de su nombramiento y origen.

A la vista de esos sus estragos, aconsejo temerle nomás al tractor presidencial y recordar con Bolívar que: “Un pueblo ignorante es un instrumento ciego de su propia destrucción; la ambición, la intriga, abusan de la credulidad y de la inexperiencia de hombres ajenos de todo conocimiento político, económico o civil; adoptan como realidades las que son puras ilusiones; toman la licencia por la libertad, la traición por el patriotismo y la venganza por la justicia”.

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