La Ruta del Cemento, la Y de Integración

09/11/2016
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Existen cinco opciones para viajar por carretera a la ciudad de Santa Cruz: por Monteagudo, Muyupampa, Incahuasi y desde el cruce de Ipati por asfalto, hasta Santa Cruz; por Tomina, Villa Serrano, Puente Santa Rosa, La Higuera (ruta del Che), Vallegrande y Mataral, por asfalto desde Vallegrande; por Epizana, Siberia y Comarapa, en trabajo la ruta entre Epizana y la Siberia; por Cochabamba y el Chapare, ruta totalmente asfaltada si se va por Mizque a Cochabamba y, finalmente, por Aiquile, Villa Granado, Saipina y La Palizada para empalmar con el camino ya asfaltado en Mataral de la carretera antigua entre Cochabamba y Santa Cruz.

Aunque para el transporte de nuestro cemento se utiliza algunas veces la ruta larga por Cochabamba, y también por la Siberia y Comarapa, la opción más directa es, sin duda, la de Aiquile, Saipina y La Palizada conocida precisamente como la ruta del cemento. Desde el Puente Arce, la carretera deja de estar en territorio chuquisaqueño y pertenece a los departamentos de Cochabamba y Santa Cruz; sin embargo, este camino interesa a Chuquisaca más que a los otros dos y quizá por eso no se lo haya mejorado en los más de 50 años que tiene Fancesa.

Lo raro es que ni los directos interesados que son los chóferes chuquisaqueños, ni nadie, nunca presionaron a los gobiernos de esos años para que ese camino, vital para nuestra economía, se lo mejore como se han mejorado otros en todo el país, especialmente en los últimos años. Se sabe que un financiamiento de la Corporación Andina de Fomento de más de 420 millones de dólares estaba destinado precisamente a la ruta Puente Arce-Aiquile-La Palizada, pero sólo el tramo Puente Arce-Aiquile se ha terminado después de largos y penosos años. Actualmente, se encuentra abandonado a medio trabajo el tramo entre La Palizada y Saipina, 25 kilómetros que son un martirio para quien se anima a utilizar esa ruta que a pesar de todo tiene un intenso tráfico. En cambio, hay trabajo importante entre Peña Colorada, Villa Granado y el cruce a Aiquile cuyo último tramo de 18 kilómetros está bien terminado. De todas maneras, esa ruta no se acabará ni en cinco años más, lapso demasiado largo para pensar en abaratar el costo de transporte del cemento, porque las otras opciones tampoco son convenientes pensando en ese objetivo.

Lamentable situación, sobre todo ahora que Itacamba es una realidad, que tendrá una capacidad de 900 mil toneladas año, además de ferrocarril y carretera asfaltada al lado de su planta, competencia adicional a las ya existentes y todas con fletes mucho más bajos. Si a ello se suma el hecho de que las medidas de ampliación se han tomado tarde, la situación de Fancesa es ciertamente preocupante y mucho más si acaso se confirma la oferta gubernamental de instalar otra fábrica de cemento en Potosí, lo que sería el tiro de gracia para la cementera local.

Pero la solución no es ponerse a llorar, sino estudiar las medidas más adecuadas, aunque difíciles por cierto, para salvar al motor de la economía citadina que tiene, felizmente, la fama de la calidad del producto que indudablemente es una fortaleza.

Chuquisaca tiene muy pocos kilómetros de pavimento o asfalto en sus carreteras, pues de la ruta hacia Monteagudo sólo puede hablarse de buen asfalto hasta Zudáñez, o sea 110 kilómetros; de la ruta hacia Potosí, 45 kilómetros hasta Puente Méndez; del camino a Cochabamba, otros 90 hasta Puente Arce, y de la diagonal Jaime Mendoza hacia el norte por Ravelo, en el mejor de los casos 30 más en territorio chuquisaqueño; es decir, un total aproximado de 275 kilómetros entre pavimento y asfalto.

Una forma de defender Fancesa es obviamente bajando costos y los fletes se llevan una buena parte del precio final. Por tanto, no queda más que apurar los trabajos de la carretera por Saipina y La Palizada llamada la Ruta del Cemento, Y de la Integración, o sea hacer ahora lo que debería haberse hecho desde hace más de 50 años.

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