Puede ser un rasgo de identidad nacional porque es una tendencia de pensamiento entre los bolivianos: creer que las normas siempre son flexibles y que nadie o pocos se darán cuenta si no las respetamos o pasamos de ellas.
La sanción de la FIFA a la alineación indebida de un jugador nacionalizado en las eliminatorias mundialistas, nos muestra que esta lamentable manera de ver y actuar está presente hasta en altos cargos del balompié nacional. No es la primera vez que se alinea a un jugador nacionalizado, pero es la primera vez que una sanción deja en evidencia a todo un país. No es posible que una norma tan sencilla, de que un jugador nacionalizado no puede jugar un partido oficial hasta cinco años después, haya sido omitida por dirigentes profesionales del fútbol.
Estos dirigentes, en un intento de limpiar su imagen, manifestaron que la FIFA revisaría la sanción de quitar los puntos ganados en cancha por la alineación indebida de un jugador nacionalizado. Es poco probable que una instancia como la FIFA, con reglas claras cuando se trata de eliminatorias, revise su sanción y dé vuelta atrás, más aún cuando Bolivia tiene un diminuto peso en el mundo del fútbol y en sus millonarios negocios.
En tiempos de información digital y medios que lo cubren todo, pensar que una irregularidad como esa puede pasar por alto solo cabría en una mente que no ha pasado de la época analógica y del Siglo XX. Lejanos están los tiempos cuando la información se almacenaba en anaqueles, donde solo los elegidos podían llegar y comprobar la veracidad de la información. Lejanos están los tiempos coloniales donde los iletrados no se asomaban ni siquiera a la puerta de los archivos reales. Entonces, quienes hacían las normas eran los únicos que las conocían y que podían aplicar a placer las mismas, mientras la gran mayoría debió solo callar y acatar. Quizá algunos políticos añoren esos tiempos pasados, pero la realidad ahora es otra.
Este mundo exacerbado por la tecnología digital requiere de otra mentalidad y de otras competencias en cualquier actividad a escala planetaria como el fútbol. Dirigentes antediluvianos de la FIFA comprobaron estas nuevas condiciones: la posibilidad ilimitada de comunicación en la actualidad posibilitó a la justicia americana descubrir los millonarios negociados de patriarcas del fútbol que siguieron pensando que las normas solo estaban para los demás y no para ellos.
Entre rejas sin duda que añoran los tiempos del telégrafo, de la máquina de escribir y de los barcos a vapor que podían demorar una investigación internacional hasta más de una década. Ahora con las políticas de transparencia que se aplican a la par de las tecnologías informáticas, los datos tardan segundos en dar vueltas al mundo.
No son buenos tiempos para seguir pensando que las normas se pueden pasar por alto sin más. Los registros informáticos y mediáticos se constituyen en huellas a seguir, mientras que filtraciones en redes sociales se encargan del resto.
O cambiamos de mentalidad para competir o seguiremos dando esa penosa imagen de que los únicos engañados somos nosotros.