Quizá a las y los jóvenes que nacieron después de 1982 la música de los Boleros de Caballería les diga poco o nunca la han oído. Hay una brecha generacional entre quienes podemos reconocer esa melodía y saber que sus acordes no traen buenas noticias, como cuando los programas radiales eran interrumpidos: “Comunicamos al pueblo boliviano que el general x, al mando de su regimiento se encuentra acantonado en espera de que el general xx desaloje el Palacio de Gobierno…, a lo cual seguían boleros, comunicados y ruidos de sables.
Pero esa música no está tan lejos en la historia, como nos lo cuenta Jenny Cárdenas que transcribe los recuerdos de un entrevistado, cuando en 1967 veía en La Paz a la banda de música del Ejército, con 20 caballos inmensos y sus jinetes, que bajaban tocando la música lúgubre de los Boleros de Caballería, mientras resbalaban desde Alto Lima por la Garita hacia la Tumusla y la Illampu, con sus sonrisas metálicas brillando al sol (los trompetistas tenían “placas” metálicas o de oro, porque perdían tempranamente los dientes al golpearlos con los instrumentos… (Jenny Cárdenas Villanueva Historia de los boleros de caballería. Música, política y confrontación social en Bolivia. Segunda edición, octubre de 2015).
Una imagen tan impresionante como los orígenes de la música, rastreados e identificados por Jenny entre las cenizas de la mezcla de Boleros Españoles, Yaravíes y Tristes. Música que se mezcla y produce nuevas tonadas. Música que comenzó siendo una diversión y terminó acompañando las tristezas de las guerras, revoluciones, levantamientos y funerales. De ese modo fue parte de la Guerra del Acre, la Guerra del Chaco, la Revolución Nacional, numerosos asonadas y golpes de Estado, levantamientos y siempre presente en retretas domingueras y funerales.
Al comenzar el estudio, Jenny Cárdenas se preguntó: ¿Cómo adquirió en Bolivia (esta música) su especificidad diferenciada respecto a los Boleros de España? ¿Por qué se ‘enroló’ en el Ejército? ¿Cómo se modificó al llegar a estas regiones? ¿Por qué se consolidó en Bolivia como parte de la música criolla - mestiza? ¿De dónde procede su fuente estética y su apelación a lo indígena? ¿Por qué y cómo el Bolero de Caballería de las élites se volvió de los indígenas, de ser militar se volvió civil, de ser baile se volvió música fúnebre? ¿Por qué se utiliza en las luchas políticas, tanto desde los militares en los golpes de Estado, como desde los trabajadores en sus convocatorias a asambleas de emergencia?
La misma Jenny responde, basada en decenas de entrevistas y en la revisión de centenas de documentos y partituras en municipios de La Paz y Cochabamba, que: “El Bolero de Caballería, claramente establecido en el marco de emergencia de la nueva República, en el siglo XIX, puede ser leído como una expresión mestiza, en su relación con los sectores populares, tanto de las bandas militares como de los soldados y actores sociales que asisten a la guerra y la revolución y, en el presente, como una expresión indígena, que acompaña principalmente sus rituales funerarios”. De ese modo el Bolero de Caballería fue “(…) criollo en el siglo XIX, mestizo en el XX e indígena en el XXI”. Un recorrido tan inspirador como la pasión que Jenny le ha puesto a su estudio.
La pasión por la tristeza, como apunta Alberto Villalpando: “Para cualquier oyente boliviano, el Bolero de Caballería es la plasmación de una tristeza, una congoja que emerge, casi siempre, de una pérdida, de una ausencia que nos conduce a la melancolía”.