Para confiar en el futuro de la economía

EDITORIAL 15/11/2016
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Tal como viene ocurriendo con frecuencia desde que la economía mundial comenzó a mostrar los primeros síntomas de recesión con sus consiguientes efectos sobre nuestro país, durante los últimos días han abundado los informes, estudios, análisis y opiniones sobre la situación de la economía boliviana, sus proyecciones hacia el futuro y, lo que más preocupa e interesa a la gente, sobre la manera como las tendencias actuales se plasmarán en el bienestar cotidiano de las personas.

Como suele suceder en estos casos, las descripciones e interpretaciones sobre el tema van desde un desmedido pesimismo, en un extremo, hasta un no menos desproporcionado optimismo, en el otro. Para los primeros, no sólo que la época de la bonanza habría llegado a su fin sino que estaríamos en las vísperas de una especie de colapso. Los otros tienen una percepción de la realidad y del futuro diametralmente opuesta. Consideran que no hay nada de qué preocuparse, que la economía boliviana está ya por encima y fuera del alcance de las vicisitudes externas y lo peor que se puede temer es una muy ligera disminución del ritmo de crecimiento.

Los datos en los que se fundamentan ambas previsiones no son pocos. Así, por ejemplo, y sólo para tomar como ejemplo los más recientes, se puede recurrir al más reciente informe del Instituto Boliviano de Comercio Exterior (IBCE), según el cual durante el tercer trimestre del año se ha mantenido una clara tendencia hacia la caída de nuestras exportaciones y por consiguiente a un aumento del déficit fiscal que ya habría llegado a su nivel máximo de los últimos 15 años. O, en sentido contrario, a los términos elogiosos y tranquilizadores con que una y otra vez se refieren a la economía boliviana los representantes de los principales organismos internacionales. Todos ellos coinciden al señalar a Bolivia como un modelo de gestión económica y si bien prevén una ligera disminución del ritmo al que crece el Producto Interno Bruto, destacan el hecho de que seguirá siendo el mejor de la región.

Se cuenta también con la percepción de la gente que a partir de su propia experiencia cotidiana se forma una idea de la realidad y la proyecta a su alrededor. Se va formando así –para fortalecerse o debilitarse– un factor que llegado el momento de evaluar los resultados termina siendo uno de los más importantes, cuando no el decisivo. Es el factor subjetivo constituido por la confianza, el nivel de las expectativas, por la mayor o menor esperanza con que los agentes económicos, desde los más pequeños hasta los más grandes, toman sus decisiones y al hacerlo van marcando el rumbo que tomará la economía hacia el futuro inmediato.

Ese factor es ahora, cuando se amplía el margen para la incertidumbre, el más importante de todos. Corresponde por eso dirigir hacia su fortalecimiento los mayores esfuerzos, para lo que es indispensable que el Gobierno nacional dé claras señales de responsabilidad. Ejemplos de austeridad, planes de inversión pública productiva y no millonarios gastos superfluos, más apoyo a quienes producen y menos tolerancia con los que derrochan son, entre otras, algunas de las señales que se espera.

Ejemplos de austeridad, inversión pública productiva y no millonarios gastos superfluos, más apoyo a quienes producen y menos tolerancia con los que derrochan son algunas de las señales que se espera

 

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