En nueve años más, el país celebrará 200 años desde que, un 6 de Agosto de 1825, la Asamblea Deliberante de las Provincias del Alto Perú resolviera que el territorio de la antigua Real Audiencia de Charcas se convierta en un país independiente y soberano: la República de Bolívar, luego llamada, de modo más dulce y eufónico, Bolivia.
Sobra recordar que dicho acontecimiento se produjo aquí, en la ciudad de Sucre y Capital de Bolivia, en la Casa de la Libertad; recinto que hoy se conserva y erige como el más sagrado altar de la nacionalidad boliviana.
Son abundantes, en consecuencia, los argumentos que justifican que la ciudad de Sucre se constituya en el epicentro nacional de la planificación, preparación y conmemoración del Bicentenario de la creación de Bolivia, que tendrá lugar el año 2025.
En más de una ocasión nos hemos referido, desde este mismo espacio editorial, a la necesidad de que las principales autoridades e instituciones del Departamento vuelquen su mirada y dirijan sus esfuerzos hacia ese hito histórico, como la oportunidad propicia para planificar y materializar proyectos estratégicos y de envergadura capaces de transformar la actual realidad económica de la ciudad de Sucre, en particular, y de Chuquisaca en general.
Pero asimismo, y dada la perspectiva nacional del Bicentenario, hace falta además que los líderes departamentales sean capaces de concentrar aquí, en Sucre, que es donde nació Bolivia, toda la planificación estatal de esa celebración, que actualmente –sin que nadie diga ni haga nada al respecto– viene articulándose en la Sede de Gobierno.
Ya sucedió que en el Bicentenario del Primer Grito de Libertad de América, conmemorado el 25 de Mayo de 2009, Sucre no recibió nada más que un maltrato sin precedentes de parte del Gobierno, por efecto de una insensata represalia política contra esta Capital; represalia que, motivada por razones coyunturales, no reparó en deshonrar una fecha cuya importancia superaba los límites locales y nacionales y adquiría trascendencia hemisférica.
Lo sucedido en 2009, atribuible también a la falta de visión y capacidad de los líderes chuquisaqueños, no puede repetirse dentro de poco menos de una década, cuando Bolivia conmemore los 200 años de su creación.
Al tratarte de un acontecimiento de dimensión nacional, su planificación debe estar respaldada y encabezada por las máximas instituciones del Estado, como de hecho viene sucediendo desde que la Vicepresidencia comenzó a desarrollar una serie de iniciativas orientadas hacia el año 2025.
Sin embargo, corresponde que todo ese andamiaje institucional del Estado esté asentado y converja en la ciudad de Sucre, por las razones antes expuestas; y urge, también, que las autoridades locales desarrollen una política departamental que permita llegar al Bicentenario con la materialización de proyectos estratégicos y no, como sucedió en 2009, con las manos vacías.
El Gobierno Municipal de Sucre y el Gobierno Departamental, y la propia Universidad de San Francisco Xavier de Chuquisaca, tienen no sólo el desafío sino la obligación de desplegar cuantos esfuerzos y recursos sean necesarios para encarar la preparación del Bicentenario y exigir al Estado que actúe en consecuencia.
Ya no podemos permitir que impere, nuevamente, la desidia y la negligencia, como pareciera estar sucediendo ahora. (R)
La Alcaldía y la Gobernación, y la propia Universidad, tienen no sólo el desafío sino la obligación de desplegar cuantos esfuerzos y recursos sean necesarios para encarar la preparación del Bicentenario y exigir al Estado que actúe en consecuencia