Como secuela del indigenismo que considera que la nacionalidad boliviana tiene como única fuente la vertiente prehispánica, el Presidente de la República en uno de sus discursos expresó que deben cambiarse símbolos del pasado colonial español porque Bolivia está en proceso de “liberación”, lo cual implica “descolonización”.
Acogiendo humildemente ese mensaje, militantes y simpatizantes del partido político en función de gobierno pretendieron que se suprimieran los escudos otorgados a las ciudades de Sucre y Cochabamba por los conquistadores y colonizadores españoles que las fundaron en el siglo XVI, desconociendo así no solamente el innegable valor histórico de ese acto sino en conjunto todo el legado europeo que implantó entre nosotros el idioma castellano, el cristianismo y la cultura occidental.
Ese repudio insólito de paternidad ha surgido hoy en el Departamento de Santa Cruz por adictos a la indicada posición de indigenismo demagógico, con petición de introducir algunos cambios al Himno Departamental Cruceño. Consideran que en ese himno tienen carácter de agravio las frases que hacen referencia a “la España Grandiosa” y a “la tierra de Ñuflo de Chávez”. Sugieren que tales expresiones sean reemplazadas por “la Selva Grandiosa” y “la tierra del Gran Grigotá”. Fue gracias a Ñuflo de Chávez que una parte de esa selva es la gran ciudad habitada por “cambas”, orgullosos descendientes del Gran Grigotá.
Todos los que actúan con tal criterio indigenista trasnochado tanto en Occidente como en Oriente, reniegan simultáneamente de una de sus raíces que se manifiesta claramente en los apellidos de abolengo español que con arrogancia ostentan. Es totalmente falso percibir a la nacionalidad boliviana como de exclusivo ancestro indígena. Lo autóctono, junto con lo europeo y con los de otros orígenes, es componente esencial de tal nacionalidad. Fueron españoles quienes fundaron nuestras principales ciudades en el siglo XVI, y mestizos de sangre originaria y europea quienes independizaron a este país de España. También son mestizos los actuales habitantes del Estado fundado en 1825 con la denominación de República de Bolivia, la cual sigue denominándose así por mandato del artículo 11 de la Constitución Política del Estado promulgada el 7 de febrero de 2009.
Los imperios incaico y español, matrices de nuestra nacionalidad, cada uno en su respectivo momento histórico, lograron establecerse mediante conquista causando inmenso daño entre los pueblos conquistados pero consolidando también valores perdurables. Aceptemos que en ambos hubo luces y sombras, y, con criterio de justicia repudiemos las sombras sin olvidar las luces.
Cuando las actuales Repúblicas de Panamá, Venezuela, Ecuador y Colombia se emanciparon de España y resolvieron en principio organizarse en un solo Estado, fue con esa ecuanimidad que eligieron a tal propósito el nombre de Colombia en calidad de homenaje a Cristóbal Colón. De ese modo rindieron también pleitesía general a los colonizadores europeos que sentaron las bases de todos los Estados Americanos, del Norte, del Centro y del Sur. Hoy, el único Estado que lleva esa denominación es el territorio que en el periodo hispánico conformó el Virreinato de Nueva Granada.
