No me malinterpreten, yo carezco de fobias y no me pagan por adjetivar a los políticos. Siempre he pensado que los que insultan son personas de muy bajo coeficiente intelectual, brutos congénitos, sin cura. Truchiman en sentido coloquial es una persona astuta, poco escrupulosa y así califico el trabajo de diferentes autoridades que se han dedicado a representar el papel de pistoleros mediáticos y de mercenarios en las redes sociales la gestión 2016.
Truchimanes también, las que estimulan su lengua loca viperina, denunciando aquello que les llega por chismes e incluso por anónimos del más bajo mundo y terminan haciendo el ridículo; y si les surte se ponen bien belicosos, se sienten intelectuales casi filosóficos.
¿Por qué? la prensa, nunca pregunta a mis amigos truchimanes ¿Por qué antes afloraban políticamente a quien ahora desfloran orquestalmente? No estoy defendiendo al aludido, no es mi trabajo, hay muchos mermeleros y adulones que podrían hacer un brillante papel en ese aspecto, sólo busco poner en evidencia que es un insulto a la inteligencia de los sucrenses, entrevistar a quienes son izquierdistas por la mañana, derechistas por la tarde y revolucionarios por la noche, a ellos deberían entrevistarlos cuando tengan que hacer un reportaje sobre ¿cómo lograr una exitosa carrera de traiciones e intrigas?
En estas fiestas de Navidad y Año Nuevo, pido a las altas esferas de la justicia, que por favor no metan a la cárcel a todos quienes sufren persecución política, o son víctimas de rencillas internas del partido gobiernista, sólo regálenles celulares Samsung Galaxy Note 7 para que se quemen las orejas de vez en cuando.
Durante mi estadía en la política me di cuenta que yo no nací para estar callado, ser sumiso, adulón y consentir los abusos del poder y contrapoder. Yo soy un luchador, un gladiador, un rebelde sin causa. Mis armas letales son mis palabras libérrimas; no me hinco de rodillas ante nadie, ni siquiera ante el que tiene la guillotina judicial; digo lo que me brota a borbotones del pecho o de las entrañas, soy una capitalista sin capitales; y entiendo la diferencia entre servidor público y servidor de turno. Entiendo la diferencia intelectual que existe entre una persona que ofende adjetivando improperios coloquiales como: “Trucho” “amarrawatos” y otra que fundamenta su apreciación con repasada objetividad.