El sol invicto

24/12/2016
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Algunos preguntan ¿qué año y qué día nació Jesús de Nazaret? En primer lugar, hay que recordar que Jesús es un hombre histórico como se puede constatar a través de los datos verídicos de la historia, en especial, por los santos evangelios que, aunque sean libros religiosos, son libros históricos. Los datos históricos válidos nos dicen que Jesús nació hace 2016 años. La manera occidental de contar los años está en relación con la fecha del nacimiento de Jesús. Sin embargo, los historiadores hablan de la posibilidad que fuera unos cuatro o cinco años antes. A los evangelistas, al escribir sus evangelios les interesó mucho más anunciar las circunstancias que rodearon el nacimiento, que consignar la fecha exacta.

Fue algo muy natural que, pasados los años, mientras el cristianismo crecía, haya surgido el deseo de festejar el aniversario del nacimiento de Jesús, como lo hacemos con nuestros seres queridos. Ante la falta de una fecha exacta, se buscó una fecha relacionada con las fiestas de Roma. El 25 de diciembre era una fecha en que se festejaba el inició del crecimiento de la luz solar, los días empezaban a hacerse más largos, y se veneraba al sol. Los cristianos de Roma escogieron el 25 de diciembre para centrar a todos en torno a Cristo, a quien adoramos como el Sol Invicto o invencible. El profeta Isaías escribía unos 650 años antes de Cristo: “El pueblo que caminaba en tinieblas vio una gran luz, una luz que brilló sobre los que habitaban entre sombras de muerte”. Los pastores cuando les fue anunciado el nacimiento de Jesús, se vieron envueltos con la resplandeciente luz de la gloria de Dios que se les apareció. Navidad es fiesta de luz que trae amor y paz.

Jesús hecho niño ilumina el misterio de toda persona que quiera acogerlo como Salvador. En Belén encontramos a Jesús desprovisto de todo: no tiene lecho donde nacer; no tiene poder en el sentido humano, ni dinero, ni fama. La persona no vale por lo que tiene, como por lo que es: imagen y semejanza de Dios. Lo único que quiso tener, fue el amor delicado de su madre inmaculada y de su padre legal. No tuvo casa, pero sí un gran hogar: cálido, acogedor, abierto a los pastores y a cuantos quisieran acercarse a contemplar al Niño Dios.

Si celebramos la Navidad hay que hacerlo desde la visión de la fe, porque si no, en medio del ruido, las alegrías de la mesa, el folklore y el romanticismo sentimental, los chuntunquis… no se nos escape lo profundo y grande del misterio de un Dios que se encarna en María Virgen y nace para nuestra liberación, para nuestra salvación. La única razón de esta acción grandiosa de Jesús es para salvarnos. No hay otra. La Navidad, Dios-con-nosotros, debe ser para todos, pues Jesús vino en bien de todos. El que no tiene fe en Jesús como su Señor y Salvador se priva de una relación gozosa y de la verdadera felicidad con Él. También hay que tener en cuenta que no habrá Navidad plena, mientras no se realice la liberación que trae Jesús al mundo, mientras haya hambre, explotación, mentira, injusticias, dolor, opresión y marginación, mientras tantos hermanos sigan siendo perseguidos y viviendo en circunstancias inhumanas… Todo esto es anti Navidad. Un buen signo, aunque no basta, es estar más unidos que nunca en familia, en la familia humana, el hogar y en la familia cristiana, celebrando la santa misa. Jesús nos espera en la mesa de la Palabra y en la mesa de su Cuerpo y Sangre, la sagrada Eucaristía.

 

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