"Hay solo un problema que impide achacarle todas las culpas al socialismo: Bolivia”, dice el autor, según cuya interpretación la adhesión de los socialistas bolivianos socialismo es “tan militante como la de los venezolanos”.
Hace unos días, el pasado jueves, en las páginas de opinión del Washington Post, uno de los más influyentes de Estados Unidos, se publicó un artículo titulado “Mientras la Venezuela socialista colapsa, la Bolivia socialista prospera” escrito por Francisco Toro, uno de sus principales columnistas.
Como lo indica el título, se trata de una reflexión sobre las enormes diferencias que hay entre la actual situación de Venezuela y Bolivia, a pesar de que ambos gobiernos afirman compartir similares principios doctrinarios inspirados supuestamente en una fórmula anticapitalista y encaminada a la construcción de un Estado socialista.
“La economía venezolana es una catástrofe de dimensiones Dickensianas”, dice el autor, y afirma que según las corrientes de opinión prevalecientes, esa es directa consecuencia, y la única previsible, de la ideología socialista del régimen.
“Hay solo un problema que impide achacarle todas las culpas al socialismo: Bolivia”, dice el autor, según cuya interpretación la adhesión de los socialistas bolivianos socialismo es “tan militante como la de los venezolanos”.
“A pesar de ello --reflexiona-- Bolivia ha experimentado un espectacular crecimiento” y destaca la reducción de la pobreza, la baja tasa de inflación, la abundancia de bienes de consumo, entre otros indicadores que ponen a ambos países en situaciones extremas, como modelo de éxito a uno y de fracaso al otro.
“¿Cómo se puede explicar esto?” se pregunta el autor y descarta que la respuesta esté sólo en el auge de los precios de los hidrocarburos de los pasados años pues, si de eso se tratara, Venezuela tendría que estar mucho mejor que Bolivia porque también fueron mucho mayores sus ingresos. “Lo importante no es pues el “boom” de ingresos, dice el autor, sino lo que se hizo con ellos.” afirma.
¿Cuál es, entonces, la fórmula del éxito? El autor la resume en los programas sociales diseñados para transferir parte de la riqueza nacional a los ancianos, niños, madres y otros grupos desprotegidos. Es decir, se refiere a las transferencias directas a través de los bonos sociales.
Lamentablemente, el autor olvida que tal fórmula no fue inventada por el Movimiento al Socialismo sino por sus antecesores. Y si algún mérito le corresponde al actual gobierno, es el haber dado continuidad a la única política pública que se ha mantenido y perfeccionado durante más de dos décadas.
De cualquier modo, y más allá de esa imprecisión, el autor concluye que, a pesar de sus éxitos, “no se puede idealizar a los socialistas bolivianos” porque “el país sigue mal gobernado en muy importantes aspectos”. Se refiere a los altos niveles de corrupción y a la falta de transparencia con que se adjudican contratos. Y “aunque está lejos de los extremos a los que ha llegado el giro de Venezuela hacia una dictadura, el escenario político boliviano es preocupante por su rumbo autoritario”.
Son pertinentes esas reflexiones y consideramos muy acertadas sus principales conclusiones especialmente en lo que a distancia que cada vez se abre más entre el rumbo venezolano y el boliviano. Es de esperar que contribuyan a superar las visiones simplistas y maniqueas que tanto abundan en el escenario nacional.
Y si algún mérito le corresponde al actual gobierno, es el haber dado continuidad a la única política pública que se ha mantenido y perfeccionado durante más de dos décadas.