La universidad boliviana en la picota

BARLAMENTOS 03/02/2017
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Tomaré trozos de información de mi amigo José L. Tellería-Geiger, PhD, sobre la universidad boliviana y los sazonaré con aderezos de mi cosecha, que escribir tiene mucho de alta cocina. Movió a la reflexión su acotación de que “desde Charcas, 1624, hasta hoy…hay más de 100 universidades en Bolivia. Sólo sirven tres…”

El bachillerato de la secundaria es quizá donde empieza el error. El tal cartón no es más que una docena de años perdidos a la socialización, un poco de disciplina y a un barniz de humanidades, la gran mayoría luego olvidadas. Luego empieza la universidad, no sin antes “ilustrarse” con cursos propedéuticos que reflejan que se “aplazó” la educación secundaria. Pasaron de “raspapinchete” los exámenes de ingreso con la ayuda de “fotocopiadoras” que quizá ofrecen los test requeridos por unas monedas. Es laxa la formación académica, donde se acoplan profesores repetitivos con estudiantes flojos. La meta estudiantil es el soñado cartón que les haga merecedores del título de “doctor” sin serlos y la opción cernidora de la academia, una de sus principales funciones, se diluye en ofrecer la tesis de grado, elusiva para los flojos o los que “trabajan”, en sesiones en que casi se las dicta.

Tellería-Geiger puntualiza que en 200 países del mundo existen “unas 50.000 universidades”, de las cuales solo un 10 por ciento califica como buenas o más. “El resto son casitas o edificios pequeños donde brilla la corrupción, la mediocridad, la pobreza en infraestructura, el fraude, el nepotismo, las fiestas, el alcohol, las drogas, el acoso sexual, el WhatsApp, la compra de notas, en fin…el embuste.” En el país, “existen 100 universidades...”, 10 son estatales, gratuitas, dirigidas por el Comité Ejecutivo de la Universidad Boliviana (CEUB), que incorporó a la Universidad Católica (privada) en 1978, luego a la Escuela Militar de Ingeniería (EMI) en 1994. 45 de las privadas se agruparon en la Asociación Nacional de Universidades Privadas (ANUP). “Las demás son de régimen especial y más de una docena son híbridas (la estafa total). Todas lucran con la plata de los padres de los alumnos, sus ingresos ascienden a más de 500 millones de dólares, ¡qué vergüenza!” “Bolivia tiene medio millón de estudiantes en el tercer nivel.” “Esto significa una tasa de educación superior (TBES) del 40 por ciento… el valor más alto de Latinoamérica, porcentaje igual a la media de la Unión Europea y pisando los talones de los EE.UU.”

¿Es bueno o malo tener una TBES tan alta para un país tan pobre?, se pregunta mi amigo. Para un Gobierno de alardes es BUENO; para los dueños-rectores millonarios de claustros privados es motivo de ORGULLO, tal vez porque así cumplen una función social; en un mundo de ranking de universidades es una VERGÜENZA, “reflejo de la anomia de países subdesarrollados cuyos gobiernos autorizan su apertura y funcionamiento.”

Peor aún, hoy en día se ha desvalorizado en Bolivia la formación académica de posgrado. Cual hongos después del aguacero, proliferan los ‘masterados’ más tarados y los pomposos PhD que ni deben saber qué significa tal abreviación. La realidad, puntualiza mi amigo, es que dos universidades entran en el rango de “buenas” en Bolivia, dos podrían habilitarse mejorando algunos parámetros y otras dos podrían subir de puntaje con grandes esfuerzos. “Las restantes deben hacer una reingeniería de fondo para llamarse “universidades”, dice Tellería-Geiger. Más de 60 deberían cerrarse.

Brasil tenía 1.539 universidades en 2016. Su primera se fundó en 1939, cuando nuestro país ya tenía tres. Hoy la última de su ranking es mejor que la primera de Bolivia. Leyendo sobre Donald Trump y de atravesados e impostores alardosos en Bolivia, ¿para qué?

 

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