Elecciones en Ecuador

EDITORIAL 17/02/2017
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Este domingo 19 de febrero se realizarán elecciones presidenciales en Ecuador. Y a no ser que se produzca una sorpresa, de esas que ya no son raras en los últimos tiempos, todo indica que el ganador será el candidato de Alianza País (el partido de gobierno), Lenín Moreno, quien fue vicepresidente de Rafael Correa de 2007 a 2013.

La segunda posibilidad, aunque aparentemente con pocas probabilidades, es que para elegir al nuevo gobierno sea necesaria una segunda vuelta entre Moreno y Guillermo Lasso, un ex banquero conservador que se perfila como el segundo candidato con más respaldo popular encabezando la alianza Creo-SUMA . Más lejos, pero no del todo descartable, aparece Cynthia Viteri.

El escenario electoral ecuatoriano tiene en este caso una peculiaridad. Es que a pesar de lo estrechos que en el pasado fueron los vínculos entre Lenin Moreno y Rafael Correa, no resulta adecuado calificar al candidato de Alianza País como oficialista y mucho menos como continuista. Es que tanto por la forma como por el contenido de su campaña electoral, así como por los antecedentes que condujeron a su nominación, se puede afirmar que Moreno se ha instalado en un punto intermedio entre los grupos más radicales del “correísmo” y los más moderados de la oposición.

A esa privilegiada ubicación de Moreno entre los polos del escenario político ha contribuido mucho el perfil del principal candidato opositor, Guillermo Lasso, cuyas posiciones ultraconservadoras inspiradas en la Prelatura del Opus Dei, de la que es activo militante, lo han privado del apoyo de gran parte del electorado.

Además, hay que recordar que el mismo Rafael Correa mostró, sobre todo en los últimos años, cierta tendencia hacia un alejamiento de los sectores más duros de su propio campo. Y aunque mantuvo una retórica antiimperialista y anticapitalista, muy similar a la enarbolada por los gobernantes de Venezuela y Bolivia, en los hechos nunca optó por las fórmulas promovidas por el “Socialismo del Siglo XXI”, salvo en lo que a una concepción autoritaria del poder se refiere y el acoso sistemático a la libre información.

Basta ver el estado actual de la economía ecuatoriana en contraste con la venezolana para comprobar que no son casuales tan diferentes resultados. Es que Ecuador, más allá de la retórica, en la práctica nunca se alejó de los postulados básicos sobre los que sostiene la racionalidad económica. La disciplina fiscal aplicada por Correa durante los diez años de su gestión gubernamental es un ejemplo de lo dicho.

La máxima expresión de ese divorcio es sin duda la firmeza con que el gobierno ecuatoriano mantuvo al dólar como la moneda de curso legal. Rafael Correa, como el buen alumno de la Universidad de Harvard que fue, al mantener atada al dólar a la economía de su país demostró que nunca estuvo plenamente identificado con las fórmulas voluntaristas promovidas por Hugo Chávez y sus seguidores.

Con esos antecedentes, no resulta sorprendente que las elecciones del domingo en Ecuador se realicen en un ambiente político alejado de las polarizaciones y los fanatismos. Es de esperar pues, que sea cual fuere el resultado, sirva para consolidar la democracia y la estabilidad económica ecuatoriana.

No resulta sorprendente que las elecciones del domingo en Ecuador se realicen en un ambiente político alejado de las polarizaciones y los fanatismos, por lo que es de esperar que sirva para consolidar la democracia

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