Segunda vuelta en Ecuador

EDITORIAL 24/02/2017
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Con la presentación de los resultados oficiales de las elecciones generales realizadas el pasado domingo, se ha puesto fin en Ecuador a varios días de incertidumbre que estuvieron a punto de poner en riesgo el ambiente de paz, tranquilidad y respeto que, en términos generales, hasta la víspera de los cómputos había caracterizado a ese proceso electoral.

La tensión que antecedió al informe oficial del Consejo Nacional Electoral (CNE) es muy comprensible. Es que fueron tan pocas las décimas que separaron al candidato ganador de la primera vuelta (Lenin Moreno, de Alianza País), del segundo (Guillermo Lasso de CREO), que de muy pocos votos más o menos llegó a depender el futuro político inmediato de Ecuador. Y no sólo porque Moreno estuvo a punto de cruzar la línea del 40 por ciento, lo que legalmente lo hubiera convertido automáticamente en presidente electo, sino porque tal eventualidad, precisamente por la estrechez del resultado, habría elevado las pugnas políticas a niveles difícilmente contenibles dentro de los límites de un sistema democrático que, como el ecuatoriano, ha sido sistemáticamente debilitado durante los últimos años.

Dado ese contexto, se puede afirmar que el resultado arrojado por las urnas, además de haber sido el más previsible, porque así lo anticiparon casi todas las empresas encuestadoras, es el mejor de los posibles porque es el que mejor refleja la realidad política ecuatoriana actual.

Ante tal escenario de incertidumbre, hubo dos corrientes principales que orientaron la reacción de la ciudadanía. Por una parte, quienes se apresuraron a hacer denuncias de fraude –ninguna de las cuales ha sido hasta ahora demostrada– y la de quienes además de expresar su confianza en el CNE instaron a sus seguidores a acatar los resultados oficiales, les gustaran o no. Entre los primeros se destacaron algunos líderes opositores y entre los segundos se destacó el candidato Moreno quien, una vez más, demostró que tiene en la serenidad de su ánimo una de sus principales virtudes.

Ahora, cuando los resultados oficiales han aligerado las tensiones, lo que corresponde es que quienes intentaron deslegitimar el proceso electoral den pruebas de sus denuncias o, en un acto de elemental honestidad, se desdigan y disculpen ante el CNE, los observadores internacionales y, principalmente, ante el pueblo ecuatoriano. No debe olvidarse que tan nocivas como las acciones fraudulentas son las acusaciones falsas pues ambas, cada cual a su manera, tienen el mismo efecto socavador de uno de los principales pilares de una democracia que es, precisamente, la confianza.

Ahora, ya con la mirada puesta en la segunda vuelta, lo que corresponde es que las dos fórmulas más votadas refuercen sus cualidades y aminoren sus defectos. Algo que, dados los antecedentes del proceso electoral y las características del actual escenario político ecuatoriano, sólo será posible en la medida en que se alejen de las facciones más radicales e intransigentes de sus respectivos bandos y dirijan sus esfuerzos hacia un centro que es hacia donde, como ya se ha demostrado, se inclina la mayor parte del pueblo ecuatoriano.

Ahora, lo que corresponde es que las dos fórmulas más votadas refuercen sus cualidades y aminoren sus defectos, lo que las obliga a alejarse de las facciones más radicales e intransigentes de sus respectivos bandos

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