Diálogos educativos

CIENCIA CUÉNTICA 08/03/2017
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El examen, instrumento de poder que define el acceso a la educación, ingreso a fuentes laborales, certificación de conocimientos. Ahora desde las pedagogías críticas se observa como la asimétrica relación de poder entre maestro y alumno, individualista, repetidor de conocimientos ya elaborados, monopolizador de una sola y única forma de pensar y conocer, memorístico, poco crítico.

Ante esta situación, compartimos la reflexión que nos ayude a dar el salto político y pedagógico que exige la sociedad y la educación en particular, en el uso de otros instrumentos evaluativos, que superen al examen.

Los procesos educativos, en la reflexión de Freire (1996), tienen un enfoque “dialógico y abierto a la diversidad”, promueve el quiebre de las relaciones asimétricas entre maestro y estudiantes. Crea espacios de un proyecto permanente en las relaciones sociales que se educan entre sí. El acto educativo debe asumir conciencia colectiva de su situación para la transformación, en sociedades más justas, más humanas y más cercanas a la realidad.

La relación entre cultura y poder debe ser comprendida como una permanente deconstrucción social. Desde la cultura, con miradas complementarias entre pueblo y educación, saberes acumulados que se impregnan en la educación escolar y comunitaria. Es una práctica recíproca de aprendizajes y enseñanzas impregnadas de diversidad. Y poder, como escenario del papel del conocimiento, observado como hecho educativo de socialización, de emancipación, expresando nuevas realidades educativas y escolarizadas desde lo comunitario. No como fuente de sometimiento ni opresión.

El acto educativo no es ni puede ser restringido al aula. Debe recibir el acumulado de saberes y conocimientos de la comunidad, de la sociedad local y universal. Por ello no existe un solo conocimiento uniforme, sino la acumulación diversa que genera variedades a las que debe responder el proceso educativo, rompiendo la dicotomía de aprendiz y enseñante. Los saberes y conocimientos trascienden el escenario de aula hacia espacios sociales comunitarios y de construcción permanente de los nuevos conocimientos, con lo que se da nuevos sentidos en la práctica educativa.

Las pedagogías dialógicas y reflexivas potencian las subjetividades diversas y complementarias. Los sujetos son actores sociales, trabajan en grupo, son solidarios entre sí, construyen su práctica diaria en un mundo orientado por valores sociocomunitarios y en movimiento cultural, social y político educativo. En este espacio se potencia la autoevaluación y la evaluación comunitaria. Se evalúan la integridad del ser humano, su cultura y su acción social y política.

Hay nuevas miradas políticas y pedagógicas, que nos interpelan en la transformación del acto educativo, construyendo otros y distintos instrumentos mejores o superiores al examen. La reflexión está abierta para proponer y avanzar.

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