Dentro de unos días se celebran elecciones en Holanda, las primeras de varias elecciones (después vendrán Francia y Alemania) que pueden ser trascendentales para la Unión Europea. En el debate electoral holandés están presentes cuestiones que dominan el debate político en Europa, en especial el rechazo a la inmigración y el antieuropeísmo. Se piensa que una victoria del Partido para la Libertad, cuyo dirigente es Geert Wilders –en el que muchos perciben un cierto paralelismo con Donald Trump– podría dar un impulso a los partidos de extrema derecha de Francia y Alemania.
La atención mediática en estas elecciones está centrada en Wilders, un conocido político populista con un mensaje radical contra la inmigración, el Islam, la Unión Europea. En su programa, propone, entre otras cosas, prohibir el Corán, cerrar las mezquitas y las escuelas islámicas, que Holanda abandone la UE y sea “independiente otra vez”. En las últimas semanas, una mayoría de sondeos han situado a Wilders como ganador de las elecciones.
La inmigración y la Unión Europea son dos de los grandes temas de debate electoral. El ascenso de Wilders se apoya en la percepción por una creciente parte de la población de que la identidad holandesa está amenazada, que muchos inmigrantes –sobre todo los musulmanes– no se integran en el país y no respetan sus normas, los “valores holandeses”, mientras que la atención a los refugiados supone un creciente coste para las arcas públicas, lo que está contribuyendo al deterioro de los sistemas de bienestar.
En cuanto a la Unión Europea, muchos holandeses están disconformes con la política de bajos tipos de interés del Banco Central Europeo, que ha perjudicado a los ahorradores, máxime si Holanda es el mayor contribuyente per cápita al presupuesto de la UE.
Por otra parte, el apoyo a una salida de la Unión Europea es muy limitado entre la población holandesa. Los partidos tradicionales critican los defectos de la UE, el “alejamiento” del “pueblo” por parte de la burocracia de Bruselas, la falta de democracia de las instituciones comunitarias. No están a favor de avanzar en la integración europea, pero no apoyan un Nexit, la retirada de la UE.
Existe un motivo económico claro por el cual difícilmente Holanda abandonaría la UE. El país es un gran centro comercial y financiero con proyección hacia Europa central y del norte. Ahora bien, aunque no pueda formar gobierno, y aunque ni siquiera quede el primero en las elecciones, Wilders ya ha dejado sentir su influencia en la política holandesa.
Lo que se ha denominado el “efecto Wilders” significa que el político populista ha logrado desplazar a los partidos tradicionales hacia sus posturas. En los últimos tiempos la política de inmigración se ha vuelto más restrictiva. A principios de año, el primer ministro liberal Mark Rutte publicó una carta abierta en la prensa criticando a los que no se integran y no aceptan los valores holandeses. Estas personas deberían marcharse, señalaba Rutte. La carta fue interpretada como un gesto para atraer votantes de Wilders.
En lo que se refiere al otro gran tema, el europeo, se ha impuesto la idea de frenar el proceso de integración, así como reducir el poder de las instituciones comunitarias. Wilders aunque no llegue a ganar las elecciones ni formar gobierno, ha logrado que su agenda antieuropeísta y antiinmigración sea asumida, al menos parcialmente, por varios de los principales partidos políticos.