Memorias de Emilio Sarmiento

TORMENTA MUDA 16/03/2017
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Sobre las “Memorias de un Soldado de la guerra del Chaco (1932-1935)” de Emilio Sarmiento, los historiadores suelen observar el carácter impreciso e inexacto, sino falso, de los hechos bélicos ahí escritos. Por ejemplo, según Sarmiento, en la batalla de Nanawa (mediados de 1933), entraron en acción dos tanques bolivianos –adquiridos de la firma Vickers–, uno se habría descompuesto en tierra de nadie y la infantería paraguaya habría destruido al otro. En cambio, Roberto Querejazu, en su Masamaclay, habla de tres –si mal no recuerdo–, todos destruidos valerosamente por el enemigo.

La diferencia no es cuestión de minucias. Del fracaso que cosechó el ejército boliviano con el asalto de los Vickers, cabría repensar la táctica para su participación en batalla, no obstante, Bolivia no aprendió, como lo delata claramente la posterior captura de dos vickers bolivianos en el desesperado intento de ruptura al cerco de lo mejor de nuestras tropas en Campo Vía (noviembre de 1934): los tanques cayeron en la trampa paraguaya como moscas en telaraña, algo que podría haber sido evitado utilizando una formación más eficiente ¡Y Campo Vía cambió el curso de la guerra a favor de Paraguay!

No obstante, la historia militar, vista en sí misma como un instrumento de guerra, no se reduce al análisis de las experiencias pasadas diseñando estrategias y tácticas de lucha, o a la exaltación de los héroes mediante la crónica minuciosa de sus hazañas a la hora de repartir medallas, muchas veces exagerando, al estilo de la Ilíada, como sí la vivencia del drama bélico en la psiquis del soldado y de la tropa tuviesen menos relevancia pensando el arte de la guerra.

Si la obra de Sarmiento aporta muy poco a la historia militar con el primer y segundo propósito, se distingue por su valor como vía de acceso a las experiencias de la guerra, desde la propia subjetividad, ya sea durante la monotonía de la vida en la trinchera, el horror de la lucha o los momentos de mayor angustia. ¿Podríamos comprender la moral de la tropa, su voluntad de combate, o su comportamiento social y político cuando vuelven a casa, ignorando la percepción personal de los hechos?

René Zavaleta Mercado enfatizó con recurrencia, a través de su producción intelectual, el carácter protagónico que tuvo la guerra del Chaco constituyendo la conciencia nacional boliviana. Desde otra perspectiva, José Medina Echavarría escribió sobre la guerra: “Mezcló en experiencias comunes —y en el pie de igualdad de idénticos riesgos— a sus clases sociales y a sus capas étnicas, estimulando en una juventud decepcionada un dramático anhelo de renovación nacional”.

Miles habían acabado sus días en los interminables osarios del Chaco como pasto para las aves y bestias carroñeras… ¿acaso no era posible un destino diferente a morir en nombre de una patria que trataba a sus hijos como parias? Después sobrevino la “revolución nacional” de 1952, precisamente, como una consecuencia directa de la guerra y es mediante los testimonios subjetivos, como las “memorias” de Sarmiento, que debemos comprender los orígenes del 9 de abril.

Aunque determinar la veracidad fáctica de aquel testimonio y de su interpretación implique desafíos, su importancia no radica en revelar la verdad, sino en conocer las motivaciones subjetivas del actor, de otra manera inaccesibles.

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