Raquetball: El viacrucis de nuestros dorados representantes

PAREMIOLOCOGI@ 10/04/2017
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No hace falta ser especialista en el tema, para reconocer que de todos los deportes que se practican en Bolivia, desde fines del siglo pasado el raquetball es, de muuuy pero muy lejos y sostenidamente, el más exitoso de todos, sin lugar a comparación o siquiera aproximación, con ningún otro. En los restantes deportes, nuestros representantes sólo asisten a los torneos internacionales para “ganar experiencia” y es frecuente que vuelvan humillados por las abultadas derrotas que sufren. En el raquetball nuestras delegaciones asisten a pelear por los primeros puestos, como potencia, en todas las categorías.

Las múltiples medallas doradas ganadas a nivel mundial, panamericano y bolivariano lo prueban, se trate de damas o de varones, de dobles o singles, de juveniles, infantiles o la máxima categoría open. No es producto de la suerte de algún(a) deportista en algún aislado torneo, de un chispazo como alguna vez ocurre en alguna otra disciplina, sino que los sistemáticos éxitos raquetboleros se repiten en absolutamente todos los torneos de clase mundial a los que nuestros representantes asisten, ya por lo menos por tres generaciones al extremo que Bolivia es –como no ocurre con ningún otro deporte- considerado actualmente como una potencia mundial junto con EEUU de Norteamérica, Canada y México.

Esos éxitos sostenidos son producto del esfuerzo individual de sus cultores y del innegable desarrollo que nuestro país ha alcanzado en la preparación técnica a lo largo ya de varias generaciones. No es un deporte barato y requiere de una dedicación completa que frecuentemente impide a las primeras raquetas nacionales poder dedicarse a otras tareas como el estudio y el trabajo.

Sin embargo, pese a que esos éxitos traen innegables beneficios para el país, este a través de su institucionalidad ha hecho prácticamente nada para facilitar se sostenga el altísimo desempeño de nuestros representantes, más aún cuando precisamente por el usual roce internacional que naturalmente otorga los reiterados éxitos, las asistencias internacionales son frecuentes y demandan altos costos.

Lo recién ocurrido con la delegación que asistía al Campeonato Panamericano de Raquetball que se realiza en San José de Costa Rica, indigna a quienes amamos el único deporte dorado de Bolivia, pues más allá que hasta donde sé, la estafa que gran parte de la delegación ha sufrido por parte del proveedor de los pasajes podría considerarse de una cuestión entre particulares, el que se haya desembocado en esa situación demuestra que ni siquiera tratándose de deportistas de la talla de nuestros seleccionados nacionales, las autoridades deportivas nacionales no hicieron ni harán nada para asegurar la participación de nuestra delegación, en las mejores condiciones posibles, como simple y llanamente se lo merecen, por sus reiterados éxitos internacionales.

¿Apoya la administración deportiva a estos sus deportistas de élite, reitero de categoría mundial? NO. El estado administrado por el gobierno está al servicio de delegaciones conformadas por sus conmilitones partidarios que van a sobar a su jefazo o a sus dictadorzuelos compinches, para cuyos eventos –diplomacia de los pueblos, dicen demagógicamente- no reparan en gastos, claro está a cambio de su ovejuna consecuencia. Pero cuando se trata de nuestros dorados deportistas, que en vez de entrenar vayan a pedir limosna. Al retorno con las medallas estarán en primera fila para la fotito y listo. ¿No ha sido suficiente que una de nuestras deportistas de primer nivel esté ahora jugando por una nación extranjera porque en su país no recibió el menor apoyo? La vía crucis por las que nuestros exitosos raquetbollistas han atravesado la pasada semana, muestra –sensiblemente- que nuestros mejores recursos humanos, no reciben el trato que se merecen y, ofende el elemental sentido de agradecimiento que debiéramos como sociedad y estado, brindar a nuestros mejores hij@s. “El agradecimiento es la parte principal de un hombre de bien”, decía Francisco de Quevedo

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