El otro yo de la libertad de prensa

BARLAMENTOS 12/05/2017
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El 3 de mayo fue el “Día Mundial de la Libertad de Prensa” declarado por la ONU en 1993; el 10 es el Día del Periodista en Bolivia. La egolatría –o ¿debería decir “evolatría”?– del mandamás, en años precedentes el 1 de mayo anunciaba grandes medidas de su Gobierno. Ahora, ¿descansamos? No tanto. Los aumentos en el salario mínimo y en el haber básico quitan el sueño a empresarios. Cincuenta pesos más al mes en el “Bonosol” de Goni, “Bolivida” de Tuto y “Dignidad” de Evo, ¿saldrán del bolsillo de ellos?

Alzó el grito al cielo la Asociación Nacional de Periodistas de Bolivia (ANPB), inquietada por los ataques a periodistas y medios informativos. Poca cosa frente a los periodistas asesinados en México, las restricciones en Ecuador, o el cierre de medios en Venezuela, pero en el país se han dado ataques verbales y físicos a reporteros y fotógrafos. De 23 casos en 2014, subió a 28 casos en 2015 y más del doble, 59, en 2016.

El periodismo es un oficio de alto riesgo, dónde sea. Inclusive se urdió la frase “el cártel de la mentira” para sugerir un complot contra el Gobierno. La Asociación Nacional de Prensa (ANP) acusó “asfixia financiera” de medios por el régimen. Recortes de avisaje estatal en país de escaso tiraje y mucha propaganda; el selectivo acoso tributario; la cesión de espacios “tisgra”; y aportes sociales antojadizos, prevén la ruina de emisoras pequeñas, de canales de TV e imprentas de revistas y libros.

El primero en atropellar es el mismísimo Presidente. Aseverar que no hay libertad de prensa en Chile; en el país, sí. ¿No es un contrasentido que el mandamás sea ducho en Twitter, mientras los millones invertidos en ensamblar laptops aun no rinden o andan en números rojos? Marear la perdiz es que “es imposible dar publicidad estatal a todos los medios porque son miles”. En vez de mandar “tuits” confusos, que el Presidente Morales se adhiera a la Declaración de Chapultepec en defensa de la Libertad de Prensa: su par peruano ya lo hizo. Si bien es atribución gubernamental regular actividad corporativa, el Gobierno aplica nomás la “asfixia financiera” al hostigar a los que no lo adulan.

El otro yo de la libertad de prensa es la libertad de expresión. Si no hay libertad de prensa, la libertad de expresión se pierde en reuniones privadas y se acumula en la bronca de los oprimidos. No obstante, sostengo que hay una confusión entre una y otra. Es necesaria la libertad de prensa para que los medios corporativos usen su potencial de incentivar a la reflexión, de informar a la gente, de empujar a los funcionarios estatales a servir al bien público, sin ninguna cortapisa interesada del gobierno de turno. Que sirva la censura social de gente informada, para avergonzar a corruptos, grandes y pequeños, en el árbol del poder y en el llano poblano.

Dicen los analistas que la salud de la libertad de prensa en Bolivia está deteriorada. Para que tenga buena salud, es menester que esté libre de control del Gobierno, porque en el país los medios tienen escaso tiraje o audiencias deficitarias. Los medios de prensa son un instrumento a través del cual es posible la libertad de expresión. Otros son los libros y la Internet. Fíjense en los “tweets” o “tuits”, utilizados por grupos en novedosa forma de activismo político. Es cuchillo de doble filo: que lo digan poderosos que lo usan para llevar agua a su molino. Resbalan al autoritarismo, defecto casi siempre de populistas de izquierda o de derecha.

La libertad de expresión es un derecho humano, cercado por el avance cibernético que anticipa un futuro de Gran Hermano, para solaz de autócratas prorroguistas. Es indispensable la libertad de prensa en un Estado democrático, aunque censure la banalización de la noticia, o se favorezca a esa forma de dominación que es la enajenación cultural.

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