Durante la época del colegio nos han contado durante todos los años de nuestra estancia, la famosa y única historia de la pretendida detención de don Jaime de Zudáñez, la que no se pudo consumar merced a una pronta y efectiva acción de libertad que en ese 25 de Mayo de 1809 realizó la población mostrando su carácter libertario y revolucionario derivado de las enseñanzas de independencia de nuestra gloriosa Universidad.
Don Jaime de Zudáñez nació en Charcas el 25 de julio de 1772 y no como erradamente se indica Sucre –Según el gran empresario e historiador, Don Joaquín Aguirre Lavayén, Sucre debería llamarse Charcas– Sus padres fueron don Manuel Ignacio de Zudáñez y su madre doña Manuela Ramírez de la Torre. De formación honesta, estricta y sobre todo liberadora junto a su hermano, los estudiantes y catedráticos, pertenecía a una generación revolucionaria cuya discusión tenía como norte la independencia de los pueblos sojuzgados por España; es por demás conocida su fama de consultor y abogado de las clases humildes constituyéndose en el primer defensor del pueblo. Indudablemente, estos atributos fueron los principales causantes para que la población enardecida por su detención resurgiera en completa defensa. Todo un líder y revolucionario.
Fue injustamente encarcelado manteniéndolo durante diez meses entre rejas hasta su remisión a El Callao en el Perú, donde siguió en prisión hasta agosto de 1811, posteriormente se embarcó rumbo al puerto de Valparaíso.
Actuó en la vida pública chilena colaborando en la redacción del Reglamento Constitucional de 1812. Integró la Junta Gubernamental y en 1813, asumió la Secretaría de Relaciones Exteriores, lanzando en mayo de 1813, el Manifiesto del Gobierno de Chile a las naciones de América y Europa.
Congresista en Buenos Aires, fue elegido vicepresidente del mismo, defendiendo con mucha valentía las ideas republicanas en la discusión de la Constitución que fuera sancionada el 22 de abril de 1819, participando activamente como franco defensor de la República como sistema político de gobierno. Luego de su sereno y lustroso desempeño como representante de Chuquisaca en el Congreso de Buenos Aires limitó sus relaciones políticas pues sus ideas verdaderamente idealistas, emancipadoras y democratizadoras, discrepaban con el monarquismo porteño. Luego recala en Montevideo.
En abril de 1825, “Los 33 Orientales” levantaron en armas al pueblo uruguayo declarando su independencia ese mismo año consolidando la pacificación del territorio y el orden institucional, en ese contexto era necesario dotar a esa Nación de una Constitución, apareciendo la preclara figura del jurista y profundo conocedor del derecho constitucional, Dr. Jaime Zudáñez, a quien por su liderazgo, prestigio, talento, personalidad, su preparación jurídica y la recta forma de actuar, la Asamblea General Constituyente y Legislativa designó Presidente de la Comisión de Asuntos Constitucionales, encargada de elaborar el proyecto de la Carta Constitucional.
El historiador uruguayo Ariosto Fernández escribió lo siguiente: “…Jaime Zudáñez nos lega un histórico mandato, henchido de verdades eternas, escritas para todos los tiempos y pueblos”.
Su gran pensamiento democrático y su defensa hacia un modelo republicano como propuesta de la nueva forma de gobierno se ven reflejados cuando el 18 de julio de 1830, oportunidad en la se juraba la primera Constitución de la República Uruguaya, basada en estos maravillosos preceptos: Por encima de todo, la libertad hay que preservarla, ¡cuidarla! -El fiel respeto a la Constitución y a la ley.- El respeto a los principios constitucionales.- La búsqueda de la felicidad común.- Los derechos del que manda y las obligaciones del que obedece- Los tres poderes: Ejecutivo, Legislativo y Judicial- La justicia- La independencia del Poder Judicial- Los derechos sociales- Cuidar el interés común.
Ese, el legado que Zudáñez dejó a la Nación Uruguaya, y a las naciones por donde estuvo. En el concepto de don Diego Zorrilla de San Martín, “se trata de una lección magistral, en la que pone de manifiesto conceptos que, después de 177 años, tienen total vigencia por ser una notable y actual lección del sentido de la vida en democracia y del acatamiento a sus principios y a su sistema”.
Con seguridad que hay mucho más para escribir sobre Jaime de Zudáñez, pero ahí nuestro pequeño y humilde homenaje a quien fuera el más preclaro hijo de los Charcas:
Jaime de Zudáñez, el ciudadano de América.