Capacitar a los estudiantes en diseño y ejecución de trabajos de investigación que demuestren rigor científico es un objetivo que todo profesor universitario debe perseguir y de manera especial el docente de la cátedra de Métodos de Investigación Científica.
En ese contexto, es probable que en la formación universitaria se presenten guías e instrucciones para orientar la realización de trabajos de investigación de medio o de fin de curso en cada asignatura –o por lo menos en algunas de ellas– pero es más probable que los únicos trabajos que se subordinen a un reglamento como tal sean la Tesis de Grado y el Proyecto de Grado, prescindiendo intencionalmente en este análisis de los informes de Trabajo Dirigido y de Internado. Al estar bajo reglamento la Tesis y el Proyecto, su proceso es guiado por un docente y el informe es evaluado por un tribunal que en última instancia recibe la defensa. Por tanto se presume que el trabajo gozará de rigor científico.
En el ámbito extraacadémico es probable que la mayoría de las investigaciones hayan sido planificadas, conducidas y ejecutadas por profesionales que tienen la formación necesaria en cuanto a métodos y técnicas de investigación científica, sin embargo también es posible que dicha responsabilidad haya sido asumida por personas que sólo manifiesten buena voluntad y no tengan la capacitación suficiente, cuestión que no puede sustituirse siquiera por una supuesta experiencia práctica. De aquí que es necesario considerar los criterios de rigor científico que deben cumplirse y marcar la diferencia de los trabajos de investigación realizados por profesionales que tengan la formación académica necesaria para esa labor.
Cuando se pretende ilustrar a los estudiantes sobre el rigor científico, se acude a explicaciones y ejemplos de lo que debe hacerse para que un trabajo cuente con este elemento que en definitiva garantiza su calidad, pero que dicho sea de paso a la hora de la verdad es el más ausente pues suele pasar inadvertido inclusive por quiénes guían y evalúan el trabajo.
Un proceso de investigación científica desarrollado en un contexto académico no deberá desatender a los criterios de rigor científico, tales como la ausencia de errores en la aplicación de los métodos y de las técnicas, la ausencia de errores en la determinación del tamaño de la muestra y la selección de la misma, la obtención de datos e información y su análisis e interpretación, aspectos en definitiva determinantes para la aceptación o rechazo de una hipótesis.
El rigor científico está vinculado a la capacidad de organizar y seleccionar los métodos y técnicas de investigación, también a la de tratar la información desde su recolección hasta su interpretación. Capacidades que estarán orientadas al logro de estándares de calidad que se imponen para que los resultados de una investigación sean aceptados por la comunidad científica y académica.
La carencia de rigor científico o su inobservancia en una investigación denotan duda sobre la precisión de las mediciones, de la objetividad de las observaciones y de la exactitud de los resultados.
Al exponer ejemplos de lo que debe hacerse para lograr rigor científico, también resulta apropiado exponer los ejemplos de lo que no debe hacerse y es oportuno hacer referencia a un error presente en una publicación que bajo el rótulo de “Espacio Solicitado” sale en Correo del Sur el día domingo 28 de mayo de 2017.
Dicha página expone gráficamente resultados acerca de los datos generales de la población encuestada, la percepción de la población de Sucre sobre su principal problema y también expone la percepción de la población de Sucre sobre el Alcalde y su gestión municipal, resultados que no interesan en este análisis. Empero sí interesa y es motivo de seria observación la carencia de rigor científico en dicho trabajo, cuya ficha técnica muestra la ecuación que sirve para determinar el tamaño de la muestra y los parámetros relativos al tamaño de la población (N=215.778), el nivel de confianza (Z=1,96), la precisión esperada o el error admitido (d=5%=0,05) y la frecuencia esperada del factor en estudio (p=0,05) que más bien debía considerarse p=50% = 0,5. Lo central de la observación es que en esta ficha se indica: “Tamaño de la muestra: se aplicaron 1000 encuestas con un rango de error del 5%”.
Reemplazando los datos en la ecuación, aun con p=0,05 no se tiene como resultado 1000 para el tamaño de muestra, se obtiene sólo 73. Si se usa como debe ser p=0,5 se obtiene 383.
Concluyo señalando que en investigación no se puede presumir el uso de una ecuación para calcular el tamaño de muestra, aplicar incorrectamente sus parámetros y tomar a mano alzada un tamaño de muestra. Este tipo de error no le concede rigor científico a la investigación y le quita confiabilidad a sus resultados.