Con el mismo título, en la edición del pasado domingo 4 de junio, en el suplemento Ideas de Página 7, los señores Juan Reyes y Genoveva Loza publican un artículo como respuesta al de don Rolando Costa Arduz, con el tema que los ocupa siempre: desvirtuar lo ocurrido el 25 de mayo de 1809.
Lejos está mi intención de entrar en debate con lo que manifiestan, pero resulta imperioso aclarar algunas inexactitudes, para evitar que la opinión pública se quede con ideas que no corresponden a la realidad. El autor de esta columna no es historiador sino, simplemente, un chuquisaqueño amante de su ciudad y de su país y, sobre todo, de la verdad.
Indican que cuando publicaron su libro en agosto de 2004 fueron denostados en el Correo del Sur, en toda forma pero sin pruebas, y que los chuquisaqueños concluyeron en que la mejor respuesta sería “libro contra libro” y que han pasado 13 años y “que todavía no acaban de escribirlo”.
El libro reclamado fue publicado por la Sociedad Geográfica y de Historia Sucre y por la Universidad de San Francisco Xavier el año 2009, con el título de: “El Bicentenario del Primer Grito de Libertad en Hispanoamérica,” en hermosa edición. Contiene estudios de escritores chuquisaqueños, bolivianos y extranjeros para garantizar la objetividad de los argumentos. El gestor y director del libro, autor también de esta columna, tuvo la activa y eficaz participación de los investigadores y editores señores Franz Flores Castro y Gretel Lambertin Ruiz.
El historiador valenciano Dr. Estanislao Just LLeó S.J, tuvo la generosa actitud de atender mi solicitud escribiendo exclusivamente para el libro y enriqueciéndolo con su trabajo: “Chuquisaca, 25 de mayo de 1809, sentido y alcance”, en el que dice: “Con el movimiento del 25 de mayo se había dado paso al fenómeno histórico de la independencia hispanoamericana” y concluye: “La que en un principio fue solamente chuquisaqueña se extendió primariamente por todo el territorio de la Audiencia de Charcas para luego atravesar fronteras y llegar a otros lugares. Lo que comenzó en La Plata en el atardecer de un jueves de mayo, no terminará hasta conseguir la independencia final. Esta será su mayor honra. Haber sentido antes que ningún otro territorio, ser capaz de regirse a sí mismo”.
La historiadora argentina Sara E. Mata con el título de “Crisis Política e Independencia en el Virreinato del Río de La Plata” dice: “Los movimientos revolucionarios de Chuquisaca y La Paz conmocionaron el espacio surandino. Salta y Jujuy también se alborotaron. A comienzos del mes de noviembre de 1809, alarmadas las autoridades por los levantamientos de Chuquisaca y La Paz ,etc..…”
Aunque en el libro figuran varios temas, de diferentes historiadores, casi todos hacen mención a los sucesos de mayo. Por ejemplo, José Luis Roca dice: “Si el pensamiento político de la revolución de Charcas con sus expresiones específicas en La Plata y en La Paz fue uniforme y coherente, sus modalidades fueron distintas….”…”La versión paceña de la revolución de Charcas fue, ciertamente, mucho más radical, pero eso no se debió a que los paceños pensaran distinto o que hubiesen tenido un pensamiento más avanzado que sus colegas de La Plata….”
Al recordar a este gran historiador oriental, fallecido precisamente el año 2009, le dedicamos un homenaje en el Libro al transcribir unos fragmentos de su trabajo: “La distinta realidad en La Paz y en La Plata” en el que hace un resumen admirable y equilibrado de la importancia del 25 de mayo y del 16 de julio, afirmando que ambos sucesos se complementan en la lucha por la libertad en el Alto Perú.
Antonio Cacua Prada, ilustre historiador colombiano, por su parte, con el título de “En la Plata nació la libertad de Hispanoamérica”, estudio destinado al libro que comentamos, expresa: “En la bella, hermosa y colonial ciudad, capital constitucional de Bolivia, nació el 25 de mayo de 1809 la libertad de la América “. Más adelante relata: “A continuación de la insurrección del 25 de mayo de 1809 en La Plata, se levantó La Paz. El 16 de julio, un grupo de abogados egresados de la Universidad de San Francisco Xavier, dirigidos por el protomártir don Pedro Domingo Murillo atacaron el cuartel a los gritos de Viva Fernando VII, mueran los chapetones”.
Miguel Martin Güemes, obviamente argentino, titula su trabajo: “Chuquisaca 25 de mayo de 1809, ayer y hoy, umbral intelectual de la libertad e independencia suramericana, un punto de vista norteño de la integración nacional de la Patria Grande” y lo finaliza así: “La tea que dejaron encendida Pedro Domingo Murillo, Jaime Zudañez, Bernardo Monteagudo, José Antonio Medina y otros, no se apagará jamás. Toda Suramérica está en deuda con los valientes criollos. Con los audaces libertarios, que un 25 de mayo de 1809, en la capital intelectual del continente y un 16 de julio en La Paz, se alzaron contra el absolutismo español. ¡Viva la Patria Grande!
Aunque lamentablemente no tiene participación en el libro que nos ocupa, sería injusto dejar de mencionar a doña Rossana Barragán Romano, ilustre historiadora paceña, de opinión tan equilibrada y tan respaldada en su trabajo: “La búsqueda de gobiernos propios: Los documentos casi desconocidos en Bolivia sobre 1809”.
En cambio, es un absurdo decir que lo que hubo el 25 de mayo fue una borrachera como da a entender el señor Costa Arduz, o a preguntar ¿Qué revolución? o a hablar de mezclar chicha con limonada, refiriéndose a dos acciones que aunque separadas casi por un siglo, tienen un común denominador, irreverencias todas que quedan desvirtuadas de mil formas y, sobre todo, por la carta escrita por el Mariscal de Ayacucho al Libertador, cuando se refiere a Chuquisaca como la Cuna de la Libertad y afirma que es el primer pueblo que juró la emancipación, carta que ni doña Genoveva ni don Juan mencionan.
Una pena que en lugar de buscar lo que nos une, respetando los sucesos de ambas ciudades que son parte de nuestro común y amado país, so pretexto de buscar la verdad, produzcan tanta obsesión por quitarle a la capital boliviana lo que la historia le ha dado, donde está ese lugar sagrado que se llama Casa de la Libertad, en la que se firmó el acta de la independencia 16 años después de la primera chispa independentista del continente hispanoamericano.
Sobre el tema, para mí, punto final. (R)