Carne y Espíritu son antagónicos

09/07/2017
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La Palabra de Dios en este domingo es una invitación a alegrarnos en Dios, con sencillez de corazón y a confiar en él, porque es “clemente y misericordioso, “cariñoso con todas sus creaturas”. Y porque es nuestro Maestro y Salvador, que es “manso y humilde de corazón” y nos ofrece alivio y descanso. El mensaje del evangelio es de gran consuelo para todos los que queremos seguir a Jesús, pero al mismo tiempo nos está invitando a entrar en la profundidad de Dios que, ante todo es amor. Toda la experiencia religiosa de la fe del cristiano, pasa por Cristo que revela al Padre y es el camino hacia él.

Es verdad que Jesús nos llama a conocer a su Padre Dios, pero para captar estos secretos de Dios, que él revela a los sencillos y humildes. Necesitamos vivir según el Espíritu, en tensión vigilante y alertada, pues carne y espíritu son antagónicos y, obviamente, excluyente el uno del otro como Pablo explica en la carta a los romanos de quien está tomada la segunda lectura. Por el bautismo, el cristiano se ha incorporado a Cristo y hemos pasado de la muerte a la vida de Dios, del pecado a la vida de la gracia, la vida según el Espíritu. ¡Qué hermoso es vivir en gracia de Dios!

Para no pocos, aún cristianos, lo espiritual suena como algo abstracto, remoto e irreal. Sin embargo, el espíritu es mucho más fuerte que la materia. Cuando se construye con fundamento material, siempre resulta más frágil que lo que tiene cimientos espirituales Así, por ejemplo, una amistad basada sobre realidades puramente materiales tendrá mucho menos profundidad. Y menos perspectivas que una amistad basada en la comunión espiritual entre amigos. Pero hemos de cuidarnos para no caer en confusiones. Lo espiritual no es negación o supresión de lo material. Más bien hay que decir que lo espiritual anima y vivifica todas nuestras realidades humanas y se expresa en gestos y actos corporales, a los que colma de sentido y dignidad. El espíritu santifica a la carne que anima.

En la Biblia la palabra carne no significa necesariamente lo corporal., sino una actitud ante la vida que se caracteriza por el ansia desenfrenada de placer, la sensualidad y el materialismo. También puede entenderse como el elemento primario, pasional, instintivo, en oposición a las decisiones ponderadas, auténticamente responsables y libres, propia de las personas abiertas a Dios y al prójimo. San Pablo establece la oposición entre quienes están “animados por la carne”, y quienes lo están por el espíritu. En este caso espíritu va con minúscula. Se refiere al alma, al elemento inmaterial e imperecedero de la persona.

Pablo nos invita a vivir según el Espíritu de Dios. El Espíritu Santo habita en el corazón del que vive en gracia de Dios y en comunión con él. San Pablo nos dice: “¿No saben que son templo de Dios y que el Espíritu habita en ustedes? Si alguno destruye el templo de Dios, Dios lo destruirá a él. El templo de Dios es sagrado, y ese templo son ustedes. ¡Qué hermoso pensar que el Espíritu, mora en nosotros! ¡Cuánto no podrá realizar el Espíritu en cada uno si le dejáramos actuar en nuestra vida! ¿Cuáles son nuestras necesidades espirituales y de nuestros prójimos?

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