Es el título del libro coordinado por Alvaro Vargas Llosa (Editorial Planeta, Barcelona, Junio de 2017) con opiniones de 16 destacados pensadores, entre ellos Mario Vargas Llosa; Yoani Sánchez; María Corina Machado, Gerardo Bongiovanni; Plinio Apuleyo Mendoza, Cayetana Alvarez de Toledo y el boliviano Juan Claudio Lechín, que abordan el fenómeno del populismo en EEUU, América Latina y Europa. En su prólogo, Mario Vargas Llosa sentencia que el comunismo ya no es el principal enemigo de la democracia liberal -de la libertad- sino ahora lo es el populismo, al haberse convertido en una degeneración de la democracia. Se trata, de la política irresponsable y demagógica de unos gobernantes que no vacilan en sacrificar el futuro de una sociedad, por un presente efímero.
No es que pretenda dármelas de descubridor o algo parecido al sostener de aquellas lecturas, que el régimen actual lleva la marca genética del populismo hasta el tuétano, pero…por si le quedaría alguna remota duda, saque usted sus propias conclusiones. Carlos Alberto Montaner, identifica estos factores característicos: 1) El exclusivismo: “sólo nosotritos” somos los auténticos representantes del pueblo. Los “otros” son sus enemigos, seres marginales que no merecen ser sujetos de derecho (los neoliberales, los derechistas, los vende patrias, etc, en el pluri…); 2) El caudillismo, como el gran intérprete de la voluntad popular, que trasciende las instituciones y cuya palabra se convierte en el dogma sagrado de la patria (Evo, el insubstituible, el uniquito, etc); 3) El adanismo: la historia empieza con ellos para reinvindicar a los pobres y desposeídos tras siglos de gobiernos entreguistas, etc (el impresentable fallo del Constitucional para justificar la rererelección de su jefazo); 4) El nacionalismo, como expresión del aislacionismo para no mezclarnos con los impuros o su cara opuesta del intervencionismo para esparcir nuestro sistema superior de organizarnos; 5) el estatismo: le corresponde al sacrosanto estado pluri crear y preservar las riquezas, vía “nacionalizaciones”, “empresas estratégicas”, “soberanía alimentaria” y otros cuentos: la felicidad a través del estado 6) el clientelismo, para generar millones de estómagos o egos agradecidos que le deben todo a su jefazo que les hace el favor de alimentarles y se convierten en su base de apoyo; 7) la centralización de todos los poderes: el jefazo los controla absolutamente todos, convirtiendo al legislativo o al judicial, en una burda correa de transmisión de sus designios; 8) El control y manipulación de los agentes económicos, empezando por la pérdida de independencia del Banco Central, la teoría militante de las estadísticas oficiales (adecuadamente maquilladas para adormecer al pueblo); 9) El doble lenguaje: la libertad se convierte en obediencia; la lealtad en sumisión y así sucesivamente, denominándose traición cualquier discrepancia de la palabra oficial del régimen; 10) el fin de cualquier signo de cordialidad cívica, que consiste en respetar a quien tiene ideas diferentes de las nuestras, pero en el populismo, por la “centralidad democrática” del vice, todos los libre pensantes, son vende patrias al servicio de las transnacionales, del Uncle Sam, etc.
¿Le quedan dudas aún? Remato con Bernard- Henri Lévy que afirma que entre sus características principales, está la promesa de los milagros, que finalmente nunca se cumplen…salvo en el discurso del caudillo; o con estas otras citadas por Ugo Pipitone: “Jefe carismático; clientelismo partidario; demagogia popular – patriótica; charlatanería mesiánica; desinterés por las reglas; concentración personal de los poderes del estado; corrupción cortesana; atención a los más pobres como benevolencia del líder y despilfarro clientelar”. ¿Nada siempre? Cayetana Alvarez de Toledo, los describe así: “Promueven el victimismo. Desprecian la realidad pasada y presente. Atropellan la verdad. Monopolizan la voluntad ciudadana en nombre del pueblo. Enarbolan la democracia directa contra la representativa. Demonizan al discrepante. Provocan la división social. Cultivan un impúdico clientelismo. Proponen utopías mesiánicas. Y atacan la legalidad democrática y sus guardianes: jueces y tribunales”. En fin, si aún le quepan dudas, me rindo, pero consideren aquello de Cristian Larroulet: “La democracia es el mejor antídoto contra el populismo”.