Lo lógico y racional sería que en la medida en que aumenta la población y crece la ciudad, crezcan también los controles y la supervisión para mantener la seguridad de los ciudadanos, no solamente en cuanto a la criminalidad, sino en cuanto a la circulación de vehículos y peatones.
Por insólito que parezca, ocurre lo contrario, porque para regular el tráfico se ponen lo que llaman “reductores de velocidad”, o sea obstáculos. Los vehículos y pasajeros tienen que soportar incómodos barquinazos.
Lo peor de todo, sin embargo, es el riesgo que corren los peatones y no por el pésimo estado de las aceras solamente sino porque, además, han proliferado las puertas de garajes por todo lado y como tienen siempre diferente altura con relación al nivel de la calle, los propietarios construyen rampas sobre las aceras, propiedad pública, dando lugar a verdaderas aberraciones sin que a nadie se le mueva un pelo. Hay ejemplos en toda la ciudad, pero sería bien que recorran las aceras de la calle Ladislao Cabrera que originan esta nota, atendiendo la solicitud de mucha gente que ha visitado la zona en ocasión de las alasitas del mes de julio.
Hace ya muchos años que se aprobó una norma prohibiendo la construcción de todo tipo de rampas, lo que obligó a los propietarios a hacerlas construir de madera para colocarlas cada que se requería el ingreso o salida de los vehículos. Era otra época, en la que existían supervisores municipales, en las que se tomaba en cuenta a los peatones y en la que se ejercía el principio de autoridad.
Por otra parte, aunque sobre el mismo tema, recordemos que se está cumpliendo lo pronosticado en esta columna, cuando se afirmó que sería lamentable que la ampliación de aceras, trabajo que se hizo con mucho entusiasmo y hasta de noche, con el mayor costo que ello implica, se limitara al mes de mayo por la efeméride departamental. Esas cinco cuadras que se tomaron en cuenta tendrán que esperar hasta el próximo mayo para no ser las únicas y un trabajo que bien planificado mejoraría radicalmente el centro histórico en pocos meses, tendrá que hacerse en muchos años si se continúa con esa política de creer que sólo durante el mes de mayo hay que esforzarse excepcionalmente.
Las autoridades municipales tienen que velar por toda la ciudad, pero sobre todo por el centro histórico que es el que atrae turismo y crear las condiciones para mejorar constantemente, tanto en la restauración y conservación de nuestra riqueza arquitectónica, como en la creación de servicios para los visitantes.
Sucre y su centro histórico son la tarjeta de presentación de la ciudad y de la historia del país, pero parece que no se lo entiende así. Alguien decía que no le da miedo que perdamos el título de Patrimonio de la Humanidad, que lo que le da miedo es perder el patrimonio. Qué razón tiene.