El TIPNIS en barco que se hunde

BARLAMENTOS 08/09/2017
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Como en los barcos que se hunden, las ratas son las primeras en saltar y salvarse. Pareciera eso de afines al Gobierno que por diversas razones dejaron solo al “jefazo”. Hasta el Vice anunció que no candidateará a la reelección por cuarto mandato. Motivos hay de todo: corrupción, llunquerío, talegazos, impostura, “coimisiones”.

Sin embargo, algo penoso en el gobierno de Evo Morales es el zigzag que le asemeja a una serpiente que oscila de un lado para otro. El trato privilegiado a los indígenas y el amor a la Madre Tierra son dos de esos culebreos. Ambos se exhiben con ribetes de escándalo en el abuso al Territorio Indígena y Parque Nacional “Isiboro-Sécure” (TIPNIS).

En efecto, un punto central del discurso del “jefazo” fue legitimar a los indígenas, al extremo de insertar 36 nacionalidades en su Constitución de La Calancha. En mi criterio, se ha desnudado que el amor a los “originarios” encubre una “aymarización” del país, en vez de la interculturalidad mestiza de gentes diversas. Al abrogar su propia ley 180 que forzaba la intangibilidad (manos afuera), Evo declaró que los que se oponían a la nueva ley y la carretera asesina del TIPNIS eran enemigos de Beni. Cacareó demagogia del Vice García Linera, que afirmó ante ejecutivos del oro negro que las Áreas Protegidas eran inventos de gringos y dictadores para apropiarse de recursos naturales: el impostor no sabe que la biodiversidad es la más importante de las riquezas. Ambos, Presidente y Vice, apelan a dividir a cambas cruceños de cambas benianos, algo tan iluso como enemistar a vicuñas de alpacas.

El pachamamismo deforma el amor a Dios, la Madre Tierra, la naturaleza, la Pachamama, o como quiera llamarse. Ha dado grandes réditos a Evo Morales, que es un adalid de la conservación a los ojos del mundo, y con su doble discurso es quizá un hipócrita a los ojos de los bolivianos. Fíjense en la hidroeléctrica del Bala y Chepete. En culebreos pachamamistas, luego cambiados, de oponer hidroeléctricas brasileñas en el río Madera, con esclusas paralelas adyacentes que darían acceso al mar a través del gran río Amazonas.

El pachamamismo de dientes para afuera se exhibe en la gestión de Evo Morales. Aparte de que parecen amar a la Pachamama de camélidos y yaretas, no quitan el sueño las depredaciones de rebalses mineros en el río Pilcomayo. ¿El efecto medioambiental de la mina de San Cristóbal?, bien gracias. Inclusive en la cuestión de los bofedales de Silala, el escamoteador de 1879 consolidó las aducciones picaronas de hace una centuria, en volumen de agua que rebasa tanques de locomotoras de fines del siglo XIX.

Poco les puede importar el corazón de Bolivia que es el TIPNIS, con su prodigioso monte en que la naturaleza sigue creando nuevas especies de flora y fauna, a quienes hacen negocio capitalista de tumbar monte, vender troncas, sembrar arroz, yuca y plantines de coca. Cuando recojan el grano y se coman el tubérculo ya estará para secar la “hoja sagrada” y procesarla en droga; para entonces se habrán vendido los lotes de suelos agotados en sindicatos antiguos. Negocio capitalista redondo.

Ahora se viene el atentado contra la Reserva Amazónica “Manuripi-Heath” que rodea el curso del río Madre de Dios. Las noticias dan cuenta de potencial de hidrocarburos de 32 trillones de pies cúbicos (TCF) de gas natural y 12 billones de barriles de crudo en la cuenca Madre de Dios, que algo debe tener con el río de ese nombre y es cuenca petrolera identificada y concesionada en Perú. Es motivo para que el Presidente Interino declare que el norte amazónico será el nuevo sureste petrolero. ¿Y los indígenas “originarios”, y la Pachamama?

 

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