Uno de los grandes dilemas de profesor de ciencias sociales en general y de economía en particular es elegir el libro texto de referencia para recomendar a los estudiantes de primeros años de sociología, administración de empresas, negocios internacionales o economía. Estos libros son como enciclopedias que deberían ser simples, con muchos ejemplos, accesibles, adaptadas al contexto pero sobre todo didácticos. Si Usted quiere saber concretamente lo que es un oligopolio o un estudiante quiere dar sus primeros pasos en las teorías del crecimiento económico, el manual debería atender ambas necesidades.
Los libros texto tienen la pretensión de condensar la frontera del conocimiento y parten del supuesto que es posible pasteorizar y popularizar, con modelos básicos, todos los conceptos económicos en algunas centenas de páginas. A esta forma de aprendizaje de la economía podríamos llamar de fast science (ciencia rápida). Salvo raras excepciones este tipo de libro texto ignora las otras ciencias sociales.
Por supuesto que no hay libros texto neutros. Todas la corrientes ideológicas han manualizado sus ideas queriendo imitar a las ciencias naturales (Manual de Botánica o Anatomía). Liberales, keynesianos, estructuralistas y marxistas siguieron este camino desde los años cuarenta. En esta última escuela cabe recordar: El Manual de Economía Política de la Unión Soviética editado en papel de seda fina en los años setenta, que los estudiantes destinaban a otros fines. Mucha gente no leyó estos textos, sino que se los fumó. O los recordados manuales de materialismo histórico y dialéctico de Nikitin o Martha Harnecker, dos bodrios inútiles que ahora sirven de cuña alguna vieja mesa.
En el otro espectro ideológico, muchas generaciones de cientistas sociales se formaron o deformaron con el clásico texto de Paul Samuelson “Curso de Economía Moderna” publicado por primera vez en 1948 y reeditado hasta ahora. Este manual es el libro de texto de economía para estudiantes universitarios más vendido de la historia. Este es el origen de centenas de manuales de economía, macroeconomía, microeconomía o comercio internacional que parten de la hipótesis que todo saber puede ser encapsulado en una fórmula, en una definición simple y en un gráfico colorido. Usando estos libros textos se pueden terminar carreras como economía o administración de empresa ignorando quién fue Adam Smith o Carlos Marx, pensando que la desigualdad es un coeficiente y que la pobreza o el crecimiento es una variable a optimizar matemáticamente; por supuesto muchos de ellos son ahistóricos y están por encima del espacio y el tiempo. Los conceptos y modelos que desarrollan se pueden aplicar tanto en Burundi como en Dinamarca.
Contemporáneamente: ¿Quién no usó Principios de Economía de G. Mankin para aprender el abc de la economía o el competente libro texto de R. Dornbusch o S. Fisher de Macroeconomía para entender los laberintos de las políticas públicas? Con una mejor contextualización histórica y un abordaje mundial, se tiene el manual de Macroeconomía de J. Sachs y F. Larraín o también es una buena opción el texto de O. Blanchard. En todos estos casos el contexto histórico e internacional está como telón de fondo marginal para que los modelos económicos den el espectáculo de la ciencia. Los manuales de microeconomía más conocidos son: H.R. Varían, Pindyck o más sofisticados como el libro de D. Kreps. Son los libros de microeconomía que hacen desaparecer, con menos pudor, la realidad de las empresas y los consumidores y les atribuyen una racionalidad cartesiana perfecta.
La mayoría de estos manuales tienen origen en la academia de los Estados Unidos e Inglaterra. Entretanto cabe recordar que hubo varias tentativas de climatización de la soft science en economía en el Sur como es el caso del Manual de Macroeconomía Latinoamericana de la Cieplan o el libro pionero de economía de Juan Cariaga que se aplicaba a la realidad boliviana.
En los años noventa la academia se bajó del pedestal, se acercó a la gente. En efecto, aparecen los libros de difusión de la ciencia económica, siguiendo también el camino de astronomía o la física. Entre los libros más conocidos están Freakeconomics de S. Levitt y S. J. Dubner, el Economista Encubierto de T. Hardford, o más recientemente Economía en Colores de Xavier Sal i Martin que, a partir del cotidiano de las personas y las empresas, explican temas contemporáneos de la teoría económica.
Una otra corriente que a mí me gusta más para aprender economía no siendo la única, es lo que podemos denominar hard science (ciencia profunda) que propone seguir la historia de las ideas y los contextos históricos y así entender los conceptos de esta área del conocimiento. Por ejemplo leyendo los clásicos de la economía como Adam Smith, Marx, Ricardo, Polanyi, Schumpeter, Keynes o Friedman, para mencionar sólo algunos.
Dicen que donde hay tres economistas existen cuatro opiniones, pues en materia de libros y formas de aprender economía puede que existan hasta cinco sentires. El tema es polémico y todas son formas legítimas de incursionar en esta ciencia social.
En el año 2012, en la Universidad de Manchester, surgió un movimiento de rebelión muy saludable contra la forma de enseñar economía y sus textos. Jóvenes estudiantes fundaron el Post-Crash Economics Society´s (PCES) un movimiento pos crisis económica del 2008. Los estudiantes de Manchester, a los cuales se unieron otras universidades en el mundo, levantaron las banderas de la crítica y propusieron que su carrera de economía también debía incluir el estudio de la ética, la política, la sociología, la creatividad y la historia, y no sólo el formalismo, demasiado matematizado de la economía neoclásica.
Pues bien, esta rebelión no tenía un libro texto que condensase la nueva propuesta, pues ahora este vacío fue llenado con un interesante manual electrónico gratuito: The Economy, que se lo encuentra en http://www.core-econ.org