El parque Bolívar, uno de los más importantes sitios turísticos y patrimoniales de Sucre, además un área verde vital de la ciudad, ha comenzado a ser desnaturalizado, en este último tiempo, por causa de sendas y ruidosas actividades públicas y privadas que no respetan ni siquiera el funcionamiento, a pocos metros, de uno de los cuatro Órganos del Estado: el Judicial.
Ensayos folclóricos con bandas de músicos, prácticas escolares previas a los desfiles cívicos, kermeses, exposiciones y ferias artesanales, particulares e institucionales, todas ellas caracterizadas por la instalación de ruidosas amplificaciones de sonido, constituyen el largo etcétera de actividades que han convertido al Parque Bolívar en mercado o en espacio ferial y de eventos.
Así pues, el entorno apacible y atractivo que tendría que caracterizar a la principal área verde con que cuenta Sucre ofrece, hoy por hoy, un lamentable espectáculo para los ojos y oídos de propios y extraños. La contaminación visual y acústica ha adquirido proporciones ya abusivas.
Y las autoridades no sólo que toleran tal situación sino –y lo que es mucho peor– la fomentan y avalan. Muchas de las ferias instaladas dentro del Parque Bolívar tenían autorización del Municipio de Sucre, y otras tantas fueron organizadas por distintas reparticiones de la propia Gobernación de Chuquisaca.
Si no existe respeto alguno a los visitantes que acuden al Parque Bolívar buscando, precisamente, alejarse del bullicio y el desorden cotidianos, si no hay observancia alguna con los vecinos de la zona ni con las instituciones privadas que funcionan en torno a él, al menos tendría que exigírsele a las autoridades concernidas el ambiente propicio, además de las mínimas garantías de orden, tranquilidad y seguridad que requiere el funcionamiento, en esa zona, del Órgano Judicial.
Si tanto se ufanan nuestras autoridades de gobernar instituciones de la Capital de Bolivia, lo menos que tendríamos que esperar de ellas es que demuestren, con detalles tan menores como el que aquí anotamos, que tienen una cabal comprensión del concepto de Capital.
¿O es que en la Sede de Gobierno (La Paz) se permite que en la Plaza Murillo, donde están emplazados el Palacio de Gobierno y la Asamblea Legislativa Nacional, se realicen toda clase de bullicios y fandangos como los que ocurren en el Parque Bolívar?
Es tiempo de que la Alcaldía imponga, con toda la energía y autoridad necesarias, un elemental sentido de respeto a los espacios públicos y privados. Y es tiempo, también, que las distintas organizaciones e instituciones de la ciudad, de la naturaleza que sean, dejen de convertirse en protagonistas del desorden al emplear espacios urbanos con fines particulares.
Los vecinos de la zona del Parque Bolívar, entre los que se encuentran las instalaciones de este diario, así como las reparticiones de recursos humanos del Tribunal Supremo de Justicia y del Consejo de la Magistratura han expresado formalmente su queja por tal situación a más de una administración municipal, descontando a la actual.
Pero la realidad, además de agravarse, ha comenzado a salirse de control. Hace falta, pues, en este y otros espacios urbanos públicos, una presencia real y efectiva de la autoridad.
La realidad en el Parque Bolívar, además de agravarse, ha comenzado a salirse de control. Hace falta, pues, en este y otros espacios urbanos públicos, una presencia real y efectiva de la autoridad