Cuadro de valores

29/10/2017
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¡Cuán pocas personas, aunque se denominan ser creyentes, tienen un trato frecuente y fluido con Dios! Creen que es complicado estar y conversar con él. Cuesta estar cinco o diez minutos hablando con Dios con las propias palabras, conversando como hijos con el papá Dios.

Hoy día para hacer varios trámites, por ejemplo, ciertos certificados, llenar formularios, hay que ir de una oficina a otra. Pero para hablar con Dios, para estar con él, es sumamente fácil, pues Dios está donde tú estás. También, qué fácil es saludar a Jesús presente en el sagrario al pasar delante de un templo. San Francisco de Asís cuando entraba a un templo o pasaba delante de él y las puertas estaban cerradas, rezaba la siguiente oración: “Te adoramos Santísimo Señor Jesucristo aquí y en todas las iglesias del mundo y te bendecimos, pues por tu Santa Cruz redimiste al mundo”.

Jesús se encontró con el pueblo creyente, donde los escribas y doctores de la ley tenían 365 preceptos negativos y 248 positivos. Esto no es extraño pues toda sociedad bien organizada tiende a multiplicar con el tiempo las leyes que le dan una cierta seguridad. Pero Jesús, de entrada, dio una mayor importancia a la persona, al amor a Dios y al prójimo que a las leyes. Esta es la clave para las buenas relaciones con los hermanos. Por ello, no debemos olvidar la imagen y semejanza que llevamos grabada en nuestro ser, pues todos somos hijos de Dios.

No temamos, pues somos hijos de Dios, y Jesús que ha venido para unirnos con el Padre, nos dice: “Vengan a mí todos los que están agobiados que yo los aliviaré”. Además, Jesús se autoproclama el “Camino, la verdad y la vida”. No lo dudemos, Jesús es el camino y se ha hecho camino para que podamos ir al Padre Dios. Estas palabras de Jesús en el contexto de tantas leyes que tenía el pueblo de Israel, fueron como un bálsamo para acercarse a Dios y vivir confiados en su benevolencia.

Un fariseo se aproxima a Jesús para hacerle una pregunta de capital importancia. Por la pregunta se ve que este hombre versado en la Palabra de Dios no tenía bien claro un cuadro de valores, tanto en lo referente a Dios como en las relaciones humanas. El evangelio nos dice que la pregunta la hizo “para poner a prueba” a Jesús. Para Jesús, la respuesta está en la misma ley de Dios. No hay donde perderse. Qué fácilmente decimos somos cristianos, pero cuán alejados vivimos de él, en la práctica. ¿Acaso podemos decir que amamos a Dios con todo el corazón, con todas las fuerzas y con toda la mente? ¿Respecto al prójimo podemos decir que lo amamos como a nosotros mismos?

Si hacemos un examen de todo lo que dedicamos a Dios en un día, podemos constatar si de verdad lo amamos o no. Igualmente, reflexionemos qué hacemos por los demás a lo largo de cada día, por ejemplo, cuánto rezamos por ellos. En la Biblia encontramos esta enseñanza: “Este es el que ama a sus hermanos, el que ora mucho por su pueblo”.

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