De la lectura del informe 2017 de Latinobarómetro se desprende que, en los últimos cinco años, el apoyo a la democracia en 18 países de América Latina se ha mantenido estable. En comparación con otros sistemas políticos, el 53% de la población manifiesta su apoyo a la democracia. Esto ocurre a pesar de que la situación económica de los latinoamericanos ha mejorado sustantivamente. Frente a esta realidad cabe preguntar si la adhesión a un determinado sistema político coincide o no con el nivel de bienestar.
El apoyo a la democracia, en cambio, parece estar más en consonancia con el propósito de participación de los ciudadanos en diversos procesos políticos y, en particular, en los procesos electorales. Si bien las cifras varían de país a país, se observa, de manera general, una tendencia a una mayor participación. Así, por ejemplo, en las últimas elecciones presidenciales en Ecuador la participación ciudadana alcanzó el 81,63%, en las recientes elecciones parlamentarias en Argentina el 72,37% y en las pasadas elecciones regionales en Venezuela el 62%. Por contraste, la participación fue mucho menor en elecciones primarias en Honduras (43,85) y en Chile (13,4%). En consonancia, el apoyo a la democracia en Ecuador llega al 69%, en Argentina al 67% y en Venezuela al 78%, mientras que en Honduras al 34% y en Chile al 55%.
La observación de estos hechos se hace más fácil debido al intenso proceso eleccionario que se vive en América Latina. En 2017 se realizaron y se realizarán un total de 11 elecciones de diverso tipo. A su vez, en 2018 están programadas ocho elecciones en cinco países. En los dos años, en total, se han celebrado o se celebrarán siete elecciones presidenciales. A juicio de los responsables del informe de Latinobarómetro, estos procesos se realizan en un marco histórico global caracterizado, entre otras cosas, por la creciente inquietud provocada por el fenómeno de las migraciones, el nacimiento y consolidación de la extrema derecha, el bajo ciclo económico y el declive de las fuerzas de izquierda.
De modo más específico, dichas elecciones de 2017 y 2018, se caracterizan por el alto número de candidatos, la debilidad del sistema de partidos políticos y la presencia de nuevos movimientos políticos y líderes de fuera de los partidos. También es evidente la alternancia en el poder entre fuerzas de derecha e izquierda. “Las elecciones presidenciales –asevera el informe– están mostrando que los ciudadanos de la región están más propicios a alternar el poder”.