Reflexiones sobre la discapacidad: Desafíos en la educación en la salud biopsicosocial del niño

CIENCIA CUÉNTICA 08/11/2017
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El nuevo modelo de salud del país plantea un enfoque biopsicosocial ambicioso y desafiante para un país que tiene profundas diferencias en el acceso a la educación en general y a la educación en salud en particular.

La atención biopsicosocial de la salud del infante que postula el actual modelo de salud tiene diferentes procedimientos en el continuo curso de la vida para proteger al niño mediante controles periódicos de la talla, peso, inmunizaciones, enfermedades prevalentes, estado nutricional y otros para obtener mejores indicadores; sin embargo, la prevalencia de la discapacidad motora, sensorial, mental es cada vez mayor, pues el riesgo de trastornos del neurodesarrollo y el riesgo psicosocial reciben poca atención no sólo porque no se cuenta con personal, metodologías o instrumentos para tal efecto, sino porque las poblaciones no tienen acceso a la información acerca de la importancia del cuidado en esta áreas del desarrollo psicosocial en los primeros años de vida, que determinarán el desarrollo del potencial futuro del niño.

Una lectura cuidadosa de los principios del modelo de Salud Familiar Comunitaria Intercultural, SAFCI, muestra la importancia que tienen la participación comunitaria, la integralidad, la interculturalidad y la intersectorialidad; destaca la participación comunitaria para la identificación, priorización de sus problemas de salud y sus determinantes a partir del fortalecimiento de la participación comunitaria efectiva. Sin embargo, desde algunas (muy pocas) experiencias de trabajo en comunidades con el proyecto universitario de atención al riesgo psiconeurosensorial en menores de cinco años, nos preocupa que el concepto de salud familiar comunitaria como una política pública desde la representación de la comunidad, no priorice en sus agendas la educación y formación en cuanto a las determinantes y condicionantes de la salud psicosocial infantil.

Las comunidades de las áreas dispersas necesitan que los procesos de educación en salud infantil trabajen la resignificación de la infancia, es decir que el crecer bien para vivir bien se comprenda en su dimensión amplia: no vive bien quien no crece bien. Por las primeras aproximaciones que tuvimos, creemos que se entiende que el niño está creciendo bien, si no hay una enfermedad física; que si no se sienta o no camina oportunamente, no habla, no explora, no juega con sus pares, no es creativo, ya habrá tiempo para después, por lo que éstos no apuntan a una enfermedad o aun percatándose de ese retraso, la conducta desde el equipo de salud y los padres es pasiva o de indefensión.

La estimulación temprana, el desarrollo cognitivo, social y del lenguaje del niño no son temas de salud prioritarios (posiblemente porque no duelen o no sangran), éstos no forman parte de los indicadores del concepto biopsicosocial. Las familias tienen poco interés para recibir información sobre el tema porque desconocen su importancia en el desarrollo integral del niño y si perciben ese rezago, no saben cómo estimular o apoyar al niño, valoran más el apoyo en materiales o alimentos que la formación para asistir al hijo.

Las organizaciones no gubernamentales y aún las que lo son han acostumbrado a las personas a recibir bonificaciones por su asistencia a las reuniones, capacitaciones y otros, pues al parecer el interés es del equipo de capacitación y las actitudes de los participantes no son de beneficiarios ni de protagonistas de un proceso que determinará un cambio y una mejora en el futuro de la salud de sus poblaciones.

Las comunidades deben ser capaces de desarrollar acciones (como indica la política SAFCI) con otras instituciones que apoyen al alcance de esos desafíos, que para el caso que nos ocupa no son priorizadas en la comunidad. Posiblemente hay que difundir más el concepto de la importancia que tiene la estimulación durante el neurodesarrollo infantil en los primeros 1000 días de vida del niño como determinante considerable a futuro y que lo que no hagamos ahora, incrementará más las cifras de discapacidad y atrasará la consecución de ciudadanos más plenos en la siguiente generación. La atención integral pedida por SAFCI ya se desintegra desde el inicio de la vida, con los niños mal atendidos y las comunidades que no se involucran.

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