Potosí y su eterna paradoja entre riqueza y pobreza

EDITORIAL 10/11/2017
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Hoy, 10 de noviembre, Potosí conmemora su efeméride cívica en recordación de la insurrección que hace 207 años, en 1810, protagonizaran los vecinos de esa ciudad para sumarse al movimiento que desde Buenos Aires proclamaba la ruptura de los vínculos que hasta entonces los unían al Virreinato de Lima.

207 años después, como las noticias cotidianas lo confirman, Potosí y sus habitantes no han logrado superar del todo las relaciones traumáticas causadas por el contraste entre su privilegiada posesión de abundantes riquezas minerales y su desfavorable ubicación geográfica. Eso ocasionó una paradójica y todavía no resuelta relación entre riqueza y pobreza.

Tan traumática y conflictiva fue desde sus orígenes esa relación entre riqueza y pobreza que siempre fue difícil distinguir los límites entre lo que es historia y lo que es fábula, entre la realidad y la leyenda. Y aún hoy, cuando ya no se trata de pensar en el pasado sino en el presente y futuro de Potosí y por consiguiente de nuestro país, tales elementos se mantienen tan confusos como durante los últimos cinco siglos. Tanto, que las riquezas minerales de Potosí –principalmente el litio y el uranio– se prestan a tan fabulosas especulaciones como las que hicieron perder la cordura a muchos de quienes sucumbieron ante el brillo de la plata.

Felizmente, y aunque tal vez no en la medida ni con la velocidad que sería de desear, durante los últimos años ha habido algunos importantes avances y muchas de las más antiguas demandas de Potosí han sido satisfechas o están en vías de serlo. Grandes pasos se han dado hacia la integración caminera entre las diferentes provincias de ese departamento y con el resto del país, con lo que Uyuni ha recibido un enorme impulso como principal atractivo turístico de Bolivia.

Como contrapartida, y como si de un cruel destino se tratara, otros proyectos que involucraron grandes inversiones no se han plasmado en motivos de satisfacción sino de frustración. Es el caso de la planta de Karachipampa, que hasta ahora no deja de ser todo un símbolo del trágico destino al que las más caras esperanzas de Potosí y de todo el país fatal son condenadas por culpa de la fatal combinación entre ineptitud y corrupción.

En el caso de Potosí, a esa larga lista se debe añadir la indiferencia ante el desmoronamiento del Cerro Rico o la contaminación de las aguas por la actividad minera, lo que causa gravísimos daños a la agricultura y a la salud de sus habitantes a través del envenenamiento de sus ríos.

Con esos antecedentes, no es difícil comprender porqué hoy, como todos los años, la conmemoración cívica potosina carece de los aires festivos que se suelen ver en otros departamentos.

Tan traumática y conflictiva fue desde sus orígenes la relación entre riqueza y pobreza de la Villa Imperial, que siempre fue difícil distinguir los límites entre lo que es historia y lo que es fábula, entre la realidad y la leyenda

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