El año Litúrgico camina hacia su fin. Nos quedan dos domingos más. El evangelio de hoy corresponde al discurso escatológico que estructura el evangelista Mateo en el capítulo 24 y siguientes. Las lecturas de estos tres domingos a base de sendas parábolas; las diez jóvenes (hoy), los talentos (próximo domingo), y el juicio final (último domingo) nos llaman a la vigilancia. El tema de la vigilancia flota en el ambiente litúrgico del fin del año. Se relaciona fin del año litúrgico y fin del mundo. La vigilancia humana y espiritual es sumamente necesaria para no caer bajo la rutina que nos ataca a todos.
La parábola de las jóvenes del cortejo nupcial que reflexionamos hoy nos advierte sobre la necesidad de estar alertas y vigilantes, para cuando llegue el Señor. La parábola de los talentos aclara que la vigilancia cristiana no consiste en atrincherarse a la defensiva, sino en esforzarse por cultivar los valores que Dios nos ha dado a cada uno. Por fin, la parábola del juicio final nos insta a servir a los demás, especialmente a los más desposeídos, como si lo hiciéramos al mismo Cristo.
La parábola de las diez doncellas está tomada de la realidad de las celebraciones nupciales del tiempo de Jesús. Quien más y quien menos, todos los escuchas de Jesús habían estado en fiestas matrimoniales. Las anécdotas de los novios que llegaban tarde, y, se encontraban sin su cortejo, habrán abundado en la memoria de todos. Algo semejante pasa en el cristiano a lo largo de la vida, que no se encuentra caminando con diligencia en el servicio del Señor.
La primera lectura del libro de la Sabiduría 6,12-16 nos invita a ser sabios. Este libro fue escrito unos cincuenta años antes de Cristo. Nos señala las ventajas de encontrar la sabiduría auténtica que sale a nuestro encuentro y quiere que la busquemos. El que está con los ojos abiertos y sabe acogerla, ese será en verdad afortunado. Según el autor de este libro, es fácil poseer la sabiduría. No hace falta mucha ciencia o cultura: Muchas personas sencillas, que hemos conocido, han tenido ese don de la sabiduría y han visto claramente lo que valía la pena en esta vida, mientras que otros que se creían sabios -eruditos o cultos- no han dado con la clave justa y han malogrado sus energías y su vida.
Jesús en la parábola de hoy nos ha puesto ante el dilema. Las jóvenes que no supieron estar atentas y preparadas para la venida del esposo son tontas. Las otras eran las sabias. Además de vírgenes (o sea muchachas solteras) se les pedía que fueran inteligentes. De cara al fin del mundo, nuestro final, nuestra propia muerte, lo principal no es responder a la curiosidad de saber cuándo sucederá y cómo, sino estar en vela, preparados para cuando llegue ese momento y podamos afrontarlo positivamente. ¿Estamos preparados para el encuentro con el Señor?