En los últimos días han surgido algunas señales preocupantes respecto a cómo puede ser tratado el tema del juicio que sostenemos en La Haya para lograr que Chile se avenga a dialogar con Bolivia de buena fe para atender nuestra demanda de recuperar un acceso soberano al Océano Pacífico en el cada vez más polarizado ambiente político que el país vive innecesariamente.
Hasta ahora, corresponde reconocer que el Primer Mandatario ha honrado su compromiso de no utilizar este proceso con fines de política interna, actitud que, lamentablemente, no es emulada por algunas importantes autoridades y parlamentarios se han referido al tema con demasiada frivolidad, como lo ha hecho, lamentablemente, uno de las figuras de la oposición que sin mayor sentido ha tratado de vincular, en una cadena internacional de televisión, el proceso en La Haya con la obsesión del oficialismo de postular al Presidente a un nuevo mandato, lo que está expresamente prohibido por la Constitución Política del Estado (CPE).
De ahí que urge exhortar a los actores del sistema político, tanto del oficialismo como de la oposición, abstenerse de utilizar este tema como bandera de campañas proselitistas. Se trata de un proceso que tiene una dimensión que sobrepasa de lejos cualquier tipo de confrontación interna y cuya resolución, cualquiera sea el dictamen que surja del Corte Internacional de Justicia (CIJ), por un lado influirá en forma gravitante en nuestro inmediato futuro, y por el otro, exigirá diseñar una estrategia de largo alcance, que sólo será exitosa si cuenta con respaldo político y ciudadano, más todavía si el fallo es a nuestro favor.
En este contexto, también es oportuno exhortar a evitar reacciones improvisadas sobre el tema. A guisa de ejemplo, la grosera actitud del gobierno chileno de pedir al papa Francisco abstenerse de referirse al tema del mar en su próxima visita a ese país sólo debe ser respondida por el Vaticano y cualquier comentario oficial de nuestra parte es impertinente y, sobre todo, contraproducente.
De ahí que sería útil reconformar un equipo político plural en el país que siga en forma sistemática los diversos hechos que se producen respecto al proceso en cuestión y toda declaración que el gobierno boliviano emita sea debidamente elaborada y ponderada.
En definitiva, se debe reiterar que el proceso de La Haya debe mantener la absoluta prioridad que se le ha dado, lo que significa subordinar a su éxito legítimos intereses sectarios y toda nuestra política internacional.
El proceso de La Haya debe mantener la absoluta prioridad que se le ha dado, lo que significa subordinar a su éxito legítimos intereses sectarios y toda nuestra política internacional