Durante el pasado mes de noviembre, la prensa informó sobre cierta controversia entre la Casa de l a Libertad y la Universidad de San Francisco Xavier, relacionada con las piezas de arte del museo denominado “Arana”. Actualmente, el conflicto fue superado y la importante colección se encuentra en un hermoso ambiente de la Casa de la Libertad, después de haber permanecido en depósitos y, por tanto, sin ser exhibidas durante seis años en el Museo “Charcas” dependiente de la Universidad, bajo un contrato de comodato que fue renovado varias veces, hasta que la actual propietaria de las obras de arte, la Fundación del Banco Central de Bolivia, de la que depende la Casa de la Libertad, decidió no renovarlo más.
Ante el comentario del señor Rector de que existiría el peligro de que esa colección se fuera de Sucre, se ha firmado un compromiso entre la Casa de la Libertad y el Comité Custodio del Patrimonio Arquitectónico, Histórico y Cultural, mediante el cual se asegura que eso no ocurrirá. El compromiso, además, está refrendado por el Arzobispo de Sucre, Mons. Jesús Juárez.
Esta nota pretende aclarar el origen de la colección para lo cual revisé la documentación proporcionada por familiares directos de la princesa de La Glorieta, doña Clotilde Urioste Velasco de Argandoña. En una carta que le escribió a París su sobrino don Jorge Urioste Arana en fecha 24 de febrero de 1921, le cuenta que por su afición a las obras de arte antiguas logró adquirir aproximadamente quinientas para evitar, además, que salieran de Sucre y se las ofrece en venta para el palacete de La Glorieta en la suma de 50.000 bolivianos de la época. Le aclara, además, que de no interesarle la oferta, se vería obligado a venderlas en Buenos Aires porque su situación económica lo obligaba a hacerlo puesto que el negocio con la Mina Gallofa, en el que se hallaba involucrado, se había entorpecido. Le aclara en la oferta que vería con agrado una respuesta positiva porque lo principal era evitar que la colección saliera de Bolivia.
Recién en 1924 se oficializó la transferencia, lo que fue ratificado en carta fechada el 27 de mayo de ese año, en la que la princesa se refiere a dos puntos importantes. El primero relacionado con el interés y apoyo que le dio don Jorge a su labor benéfica a favor de lo que ella llama “sus huérfanas” y en la que expresa su conformidad con el precio de la casa que les serviría de asilo y, el segundo, en el que también acepta pagar el precio propuesto de sus obras de arte en cuotas de 10.000 bolivianos. En la parte más importante de la carta, textualmente expresa: “hubiera sido una lástima que todas esas reliquias históricas, que representan nuestras costumbres y arte del siglo pasado, fueran a parar al extranjero y ser lucidas por ellos”. Muchos años después, en 1971, la colección fue comprada por el Banco Central de Bolivia que la pasó después a la Fundación para que la Casa de la Libertad la exponga en forma permanente y definitiva.
Fue pues entonces don Jorge Urioste Arana el que formó la colección y doña Clotilde la que evitó que saliera de Sucre. Don Jorge fue abuelo de Jaime, Ramiro, Rolando y Diego Urioste Arana, profesionales todos. Los dos primeros viven en España y los dos menores en Bolivia. Jaime, el mayor, amigo de la infancia del autor de esta nota, fue cónsul ad honorem durante muchísimos años, escritor y poeta, de estilo singular, elegante, saturado de riqueza del lenguaje de Cervantes. Aún añora su casa familiar en plena esquina de la Plaza 25 de Mayo, donde es ahora el Museo del Tesoro. Su obra literaria tiene mucho que ver con su añoranza por Yotala y por cada rincón del Sucre de hace 60 años. Abandonó Bolivia hacia 1960, cuando salimos bachilleres. Se le presentó el dilema de Medinacelli que Gabriel Chávez Casazola cita en su “Apuesta a Odiseo”: “irse de Sucre para estar de menos o quedarse en Sucre para estar demás”. Un orgullo de ser descendientes del artífice del museo que debería conocerse como “Museo Jorge Urioste Arana”.