La planta de Bulo Bulo

EDITORIAL 10/12/2017
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Hace algo menos de tres meses, cuando el presidente Evo Morales inauguró la planta urea de Bulo Bulo en un acto que fue calificado como un “hito histórico”, pues se le atribuyó un carácter inaugural de la era de la industrialización del gas en nuestro país, en este espacio editorial expusimos nuestras dudas sobre las desmedidas muestras de entusiasmo y optimismo con que se celebró ese hecho en filas del Gobierno.

Sin embargo, y a pesar de ello, expresamos también nuestros deseos de que los hechos dieran la razón al optimismo gubernamental y demostraran lo equivocados que estaban, según las versiones oficiales, quienes exponían sus dudas y temores.

“Hasta ahora, las autoridades gubernamentales del sector han desestimado esos temores y aseguran que los resultados demostrarán lo equivocados que están quienes ponen en duda la viabilidad del negocio. Es de esperar que así sea y que los hechos den la razón al optimismo gubernamental porque en este proyecto se han depositado muchas esperanzas a nivel nacional y, especialmente, regional”, decíamos en septiembre pasado.

Desgraciadamente, menos de tres meses han sido suficientes para dar la razón a quienes más severamente cuestionaron la manera como fue concebida, proyectada y construida la planta de urea de Bulo Bulo. Es que a pesar del esmero con que el gobierno y los ejecutivos de YPFB mantienen el hermetismo informativo con el vano propósito de ocultar la realidad, se ha sabido que las actividades en la planta de urea han sido paralizadas menos de tres meses después de su inauguración. Y se puede asegurar también, dados los antecedentes del caso, que no se trata de un “mantenimiento programado”, como afirman los informes oficiales, sino de algo mucho más grave.

Si así fuera como todo indica, si tan prematuramente estuviéramos asistiendo a los primeros resultados fallidos del más ambicioso proyecto estatal, todos los bolivianos, y no sólo quienes militan en las filas gubernamentales, tendremos mucho que lamentar.

No podríamos no lamentarlo, porque hasta ahora ya superan los mil millones de dólares los montos invertidos en la construcción de la planta, a lo que habrá que sumar otros 250 millones ya destinados al transporte de la urea producida. Es tan grande el esfuerzo económico que se ha hecho, y se sigue haciendo, que sus efectos positivos o negativos se proyectarán sobre nuestro futuro hacia el largo plazo, sin importar quién tenga en sus manos la conducción del país durante los próximos años y décadas.

Siendo así de grande la importancia del tema, lo menos que puede exigirse es que no se oculte la verdad.

Hasta ahora ya superan los mil millones de dólares los montos invertidos en la construcción de la planta, a lo que habrá que sumar otros 250 millones ya destinados al transporte de la urea producida

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