Silencio cómplice

EDITORIAL 22/12/2017
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Se acerca, nuevamente, el Dakar 2018. Diferentes tipos de vehículos correrán por caminos de Perú, Bolivia y Argentina, en una competencia que ha recibido sostenidas críticas debido a que su desarrollo afecta el medio ambiente, pero a la que por razones eminentemente proselitistas el Gobierno nacional apoya sin mezquinar recursos, gestiona ampliar el circuito a recorrer dentro del país y lo hace incluso sin que esta competencia sea considerada un deporte.

Es tal el interés que asignó a dos ministerios, de la Presidencia y Culturas y Turismo, preparar el escenario en el país. Asimismo, son las empresas estatales, particularmente Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos (YPFB), en sus diferentes reparticiones, las que más apoyos otorgan, incluyendo el convertirse en “sponsors” de diferentes corredores.

Grosso modo, el Gobierno ha gastado alrededor de 5 millones de dólares anuales sólo para que se incluya al país en el recorrido del Dakar y no hay datos fidedignos de los costos adicionales en que se debe incurrir en los momentos previos a los que se corre la etapa Bolivia, cuando se lo hace, y en forma posterior. El argumento que pretende justificar este gasto es que la competencia genera ingentes recursos vía los servicios que se ofrece tanto a los participantes en la competencia como al público (fundamentalmente hotelería, alimentación, transporte y comunicaciones en general).

Tampoco se hace referencia, lamentablemente, al costo medioambiental que tiene la competencia. El silencio que se genera en diversos espacios (incluidos los medios de comunicación, si somos autocríticos) muestra que este aspecto ha sido subordinado y hay una generalizada tendencia, más bien, a legitimarlo por las presuntas ventajas que tendría su realización en el país.

Es decir, el Gobierno ha logrado, por la capacidad que tiene para imponer los deseos e ideas de las autoridades e ignorar la voz ciudadana, que el Dakar concite cada año más atención entre la población –más si se trata de ciudades involucradas por primera vez– y se olvide los argumentos que, a guisa de ejemplo, hicieron que fuera expulsado de Europa y África, precisamente por los daños que provoca.

Sin duda, se trata, una vez más, de remar contracorriente….

El Gobierno ha logrado, por la capacidad que tiene para imponer sus deseos e ignorar la voz ciudadana, que el Dakar concite cada año más atención entre la población y se olvide los argumentos que hicieron que fuera expulsado de Europa y África, precisamente por los daños que provoca

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