Comenzaré por precisar a quién se le tributó homenaje con este nominativo. Según documentación histórica, Juan Pinto nació el año 1867, en la zona Tanque del Agua de la ciudad de La Paz; llamado cariñosamente Juancito Pinto fue enrolado al ejército a los 12 años de edad, para acompañar a los defensores del Pacífico, como tambor de órdenes del batallón Colorados de Bolivia. No abandonaba su puesto de tambor ?sino cuando era relevado a porfía de los comandantes.
El bono Juancito Pinto se creó el año 2006, siendo sus objetivos incrementar la matrícula escolar, reducir la deserción escolar, así como disminuir la trasmisión intergeneracional de la pobreza, con la entrega condicionada de Bs 200 dirigida a niños y niñas de unidades fiscales y de convenio.
Según los expertos Ernesto Yáñez, Ronald Rojas y Diego Silva, que han estudiado el tema, en Bolivia, pese a que las tasas de asistencia en la educación son altas, todavía existen disparidades importantes para quienes deben enfrentar costos de oportunidad elevados, para el caso son otros datos que muestran índices de pobreza todavía no superados.
El bono en todo caso debe alejarse de los añejos antecedentes del populismo del siglo pasado en los que el presidente, cual supremo patriarca, arrojaba monedas desde los balcones palaciegos, así como recorría el país repartiendo cargos y prebendas. Bien valdría analizar la realidad que se vive en las áreas rurales donde los pobladores no pueden acceder a los recursos básicos mínimos ni cubrir necesidades físicas y psíquicas donde están alejados unos de otros viviendo en precarias casas.
He visto a un niño arreando unas cuantas ovejas y que llevaba atado con un “guatito” a la patita una gallina que remplazaba el “cochecito” de juguete que no tenía… caminaba por ahí pero no iba a la escuela y consecuentemente, ese niño no recibió el bono Juancito Pinto.
De retorno, en un recorrido de un camino poco transitado he visto unos perros famélicos que corrían como enloquecidos tratando de alcanzar al vehículo en el que volvía y cerca, expectantes, otros niños y niñas con el sombrerito extendido a los que se les desdibujaba una sonrisa por los perros que corrían más ágilmente y se llevaban en la boca el pan de regalo. Como ellos no van a la escuela también se les va de las manos el bono Juancito Pinto.
Muchos niños en el campo que viven también en el valle o en el trópico con amplia vegetación, igualmente con pocos habitantes, configuran un cuadro semejante en relación a su formación educativa ya que prefieren trabajar para solventar su hogar.
Valdría la pena que en lugar de que se les entregue ese dinero se les proporcione materiales escolares y ropa, que, por otra parte, daría trabajo a imprentas, talleres, etc. En consonancia con aquello de estimular a la industria boliviana (porque nadie garantiza que el bono sea utilizado con el propósito con el que se lo entrega y quién sabe si algunos padres en lugar de comprar útiles escolares lo utilicen para otro propósito mucho más necesario como alimentos o en muchos casos sea mal utilizado en bebidas alcohólicas). Empero, sobre todo en áreas rurales las instituciones están muy lejos de su concretización en hechos tangibles en este caso específico; si bien un bono puede servir para algo no soluciona lo esencial.
Alternativamente ese dinero, sumando bonos en importantes cantidades puede ser invertido en bienes comunes de beneficio para colectividades infantiles.
No hay otra intención que la de puntualizar otra vez, que es indispensable hacer correcciones más profundas, cambiar las viejas estructuras y que todos los niños tengan la posibilidad de ir a la escuela, que puedan crecer y formarse dignamente, es imposible que un país prospere cuando integralmente no se involucra a todos los niños y niñas que vienen a ser el futuro de nuestro país.