Hombre, ser multidimensional

05/03/2018
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En estos tiempos de “revelación” comienzan a desplomarse creencias, mitos y prejuicios, para dar paso a realidades escondidas al conocimiento del común de los humanos, sometidos a la condición de prisioneros, sino esclavos de sus pasiones, carencias, miedo e ignorancia.

Descubrimientos recientes han revelado la estructura física, emocional y mental del ser humano; la biología, la psicología y la física cuántica han logrado avances significativos a partir de la mecánica subatómica, donde no rigen las leyes de la física newtoniana, sino del oculto mundo del misterio y la incertidumbre, que fueron ya patrimonio de la humanidad enseñadas por escuelas iniciáticas.

El hombre es un ser multidimensional; es un ser físico-biológico, emocional, mental, eterico y culmina en la esencia o Yo Superior. Está demostrado que la consciencia humana es un campo magnético que ligado a los campos magnéticos de la tierra y el cosmos, hace la unidad universal. (Ley de Correspondencia). Los fenómenos extraños de la actualidad tienen mucho que ver con los cambios de la consciencia humana, cuyas variaciones son reflejos de su pensamiento, sentimientos y conducta.

Como el sol para el sistema solar es el corazón para el ser humano, y el verdadero cambio consiste en mantener la mente supeditada al corazón. Esto es lograr coherencia, es decir, poner en equilibrio, pensamiento, sentimiento y acción, vibrando en la misma frecuencia. Por tanto, la incoherencia de nuestro tiempo es fruto del desequilibrio que el hombre vive por desconocimiento de sí mismo, y por las agresiones del sistema. Por tanto, el comportamiento anormal del planeta se debe en forma cíclica a las fuerzas de la naturaleza que buscan su equilibrio.

El hombre que es la “medida de todas las cosas” se ha transformado en un extraño en su propio hábitat; incapaz de organizarlo para servir a sí mismo y los demás, no tiene un conocimiento cabal de su esencia y naturaleza. De ahí por qué el enorme avance alcanzado en las ciencias de la materia inanimada frente al conocimiento del ser humano, son causa de catástrofes y trastornos jamás vividos por la humanidad en el pasado.

Los peligros para nuestra civilización y su destino son el fracaso de las instituciones políticas, económicas y sociales, pero sobre todo debilidad es que somos víctimas del retraso en el conocimiento de las ciencias del ser humano frente a las de la materia. El error es concebir lo material y lo espiritual como una dualidad de cuerpo y espíritu –una separación inexistente– porque el espíritu es la esencia de la vida, que distingue al hombre de los demás seres del planeta y lo eleva a un nivel supremo.

Somos incapaces de definir esa entidad profundamente misteriosa y divina, que se esconde en los planos infinitamente elevados de la metafísica, que al igual que el misterio de lo infinitamente grande, ponen en aprietos al materialismo darwiniano, cuando plantea que no es la evolución de la materia que genera la energía, sino es la energía y la información que se materializan.

Nuestras sociedades están dominadas por la ilusión y el egoísmo, forman superhombres y supermujeres, y en general hacen culto a la belleza física, la ostentación, la apariencia y el comercio; olvidan lo esencial, lo espiritual, los valores fundamentales… En el pasado, se adquiría status construyendo catedrales artísticas a la Gloria de Dios, monumentos que se admiran hasta nuestros días; ahora se trazan líneas arquitectónicas de grandes edificios, hoteles y shopping centers posmodernos, haciendo culto al poderoso capital… Hombres y mujeres disputan la igualdad y el dominio político, económico, cultural, social; entretanto la desigualdad y la injusticia son cada vez más críticos…

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