Lula da Silva fue a la cárcel, así pregonara que no pasaría un día tras las rejas. Es la primera de seis causas que le siguen. Una que no involucra a la notoria Odebrecht, cuyos sobornos pringan a varios mandamases sudamericanos blandos de calzones para hacer fortuna con sobornos corruptos. Lula ha sido condenado por sus avivadas en favor de la OAS, firma bahiana que no es la cantada por Gal Costa en “Falsa Bahiana”, sino del Estado de Bahía. Hasta hace poco la OAS no destacaba en los millonarios sobornos de Petrobras, la estatal de petróleos de Brasil que parecía mezclar con éxito vinagre y aceite juntando rasgos de capitalismo y estatismo. El presidente obrero la hizo grande. ¿Tal vez el sacudón que amalgamó aceite y vinagre fue la corrupción?
El “jeito”, “movida” o lo que lo llamen en otras partes se dio no sólo en Brasil, sino manchó a varios países donde reportan que la OAS financió campañas electorales, operaciones de lavado de dinero y pago de sobornos a altos funcionarios de empresas estatales. El mandamás de Ecuador dio un paso al costado. El presidente peruano y sus predecesores están acechados. Ni hablar de la dupla venezolana Chávez-Maduro. Hablan del Nobel colombiano que quizá deba devolverlo. Los Kirchner argentinos figuran a través de dolos de un compinche. ¡Hasta la socialista chilena está manchada!
Reitero que Bolivia no es islote impoluto en un archipiélago de islas corruptas. Recuerdo a José María Bakovic, judicialmente acosado en docenas de juicios y encerrado dos veces en la cárcel, desde que en 2006 en su discurso inaugural Evo Morales le condenara sin un debido proceso. Casi siempre, decía mi amigo, coincidiendo con movidas corruptas del Gobierno “del cambio” en favor de una OAS que tal vez le habría “ayudado” con cuantiosos aportes a su campaña eleccionaria.
Hoy, Evo Morales puede vociferar gritos al cielo, pero como sabuesos después de oler prenda de preso escapista, están una decena de reporteros y analistas investigando algo que Bakovic ya anticipó: la hediondez corrupta en obras de “bandeirantes” brasileñas en Bolivia, que tenía como villano principal a la OAS. Sus lacayos bolivianos negociaron en Brasil esa sospechosa preferencia por la OAS que denunciaba Bakovic para construir caminos sobrevaluados en el país; el olorcillo apunta al encarcelado Lula y a su ahijado boliviano. La pena es que no hay grabaciones de sus charlas en Santa Cruz de la Sierra o en otras visitas, cuando ambos andaban de ñañas.
Dicen que “al menos 73 personas en 10 países latinoamericanos” están salpicadas por las coimas de las empresas investigadas. La mayoría son funcionarios de entes estatales, pero 20 son “empresarios”, cinco son “abogánsters”, y el resto, parientes de involucrados. México, Venezuela y Ecuador todavía no han abierto indagaciones, reportan. El gobierno de Evo Morales nombró una comisión amañada, siendo que la corrupción en esta Bolivia diversa podría dar al mundo una nueva especie: la “coimisión”. Sólo en la carretera Roboré-El Carmen reportan 51 “coimisiones”…
Tanto barullo sobre la Odebrecht, “CG” y “CM” y los supuestos sobornos en el tramo carretero de Roboré-El Carmen y El Carmen-Arroyo Concepción. O “Alvarín”, “Cotapati”, “Paty” o lo que fuera de los emails de la corrupción en la construcción de caminos que solo se sospechan, porque hasta ahora no se aclaran. Tal vez son injusticias que tapujan la podredumbre. Sugestivo es que una de los verdugos de Bakovic es miembro (o ¿“miembra”?) de la comisión que el Vice ha conformado para investigar “coimisiones” en dichos tramos carreteros. Recuerdan al borracho que buscaba la llave de su casa debajo de un poste de alumbrado; se acercó un vecino y preguntó dónde la había perdido. El ebrio apuntó a un sector oscuro y el samaritano hurgó “por qué no buscas allí”; “porque aquí hay luz” balbuceó el beodo.
El probo juez Sergio Moro declaró que la Operación Lava Jato “representa un gran avance en un escenario de corrupción e impunidad”. Es avance “que se construye todos los días con las instituciones y el respeto por el gobierno de la ley cada vez más fuerte. Cada país de la región tiene sus propias peculiaridades”. La pena es que el mal que infecta a tantos países hermanos, en Bolivia tiene a la justicia doblegada por los poderosos.
Como alguna vez Bill Clinton reventó con ¡es la economía, estúpido!, habría que restregar que en Bolivia, no es la Odebrecht sino la OAS. Y en México o en Bolivia, no es la economía, ni las laptop con efigie del jefazo o las mochilas chinas con material escolar por 26 bolivianos que podían haber sido nacionales. Es la corrupción, ¡estúpidos!