El evangelio de hoy, Marcos 2, 23-3,6, nos invita a reflexionar sobre la guarda del Dia del Señor, el sábado, para los judíos, y, el Domingo para los cristianos. Es un tema de controversia entre los opositores, de manera especial los fariseos, y Jesús. Hasta tal punto que con motivo de esto planearon la muerte de Cristo. El domingo vino a sustituir el sábado. El domingo cristiano no es una mera equivalencia del sábado judío, ciertamente, pero el peligro que nos ronda a los cristianos, como a los fariseos del tiempo de Jesús, es el legalismo que ve la santificación del Dia del Señor tan solo como una obligación. Es mucho más que una obligación, es una necesidad tanto personal como comunitaria, el vivir el domingo, pues lo que no se celebra, no se vive.
La ley judía sobre el sábado se refería, especialmente al descanso y está formulada en el libro del Éxodo 20 y en el Deuteronomio 5. En el Éxodo, la fundamentación es teológica, el motivo es cristocéntrico y la proyección es cultual. Pero en el Deuteronomio, la razón del descanso sabático es antropocéntrica y de proyección social. La ley del sábado era simultáneamente religiosa, cultual y social. Pasado el tiempo y debido a la obsesión legalista de los letrados e intérpretes de la ley, se llegó a una serie de detalles que a nosotros nos parecen ridículos, como la que señala el evangelio de este domingo. Se prohibía recoger espigas y comerlas. Los fariseos veían que el accionar de Jesús desinstalaba el sistema de vida y la concepción religiosa del pueblo.
Jesús no desautoriza la guarda del sábado. A Jesús lo vemos participando en el cumplimiento del sábado, al estar en la sinagoga el Dia del Señor. Pero él matiza la guarda del sábado. No lo presenta como algo “absoluto”. Lo que Jesús busca es librar el sábado de las interpretaciones sumamente exageradas que habían hecho los maestros de la ley. Por ejemplo, ¿cómo pueden tomar una postura tan rígida contra los discípulos de Jesús que cogía unas espigas y las comía para saciar el hambre? ¿cómo el prohibir cocinar en el sábado?
Los primeros cristianos respetaban la guarda del sábado como una institución sagrada, pero adoptó el domingo, -el primer día de la semana después de la Resurrección- como día de fiesta y culto, celebrando la Cena del Señor, según el mandato de Cristo. El domingo es el día de la recreación del hombre. Si grande fue la obra de la creación, mayor fue la redención realizada por la Resurrección de Cristo. Por eso, también el domingo es el día de la vida nueva en Cristo, el día de la Iglesia. El papa san Juan pablo II, en 1988, escribió una carta apostólica, titulada DIES DOMINI, Día del Señor, en la cual resalta la importancia de vivir el domingo como día dedicado a Dios. Llama también al domingo: día del hombre, día de reposo, día de la familia y de los amigos, día de la cultura y del deporte, día de la creación, día de la naturaleza… Especialmente resalta al domingo como el día de la EUCARISTÍA. ¡Qué bien nos vendría leer esta Carta!