¿Por qué callan?

19/08/2018
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Se augura un mundo del futuro en el cual nos veremos enfrentados a nuevos retos. Nuevos proyectos, sueños y pesadillas del Siglo XXI, donde la muerte ya no exista y reine la inteligencia artificial; tiempo en el que tu celular sabrá más de ti que tú mismo; cuando la inteligencia artificial nos saque del mercado laboral, y desempleados busquemos algún consuelo en las drogas y los juegos virtuales (¿?)

Esas situaciones parecen prepararse, según algunos observadores internacionales, cuando afirman que estamos viviendo un colapso global. La guerra mundial parece haberse alejado, pero se viven guerras internacionales aisladas, guerras internas muy graves, y otras comerciales, comunicacionales y con uso de tecnologías que sólo hacen víctima a una humanidad que empieza a despertar.

Las razones son claras y están a la vista. El reseteo monetario internacional esta en marcha, y está afectando a todo el sistema monetario mundial, con medidas económicas tomadas por China, Rusia y EEUU, que han optado por respaldar sus monedas en oro, y con la perspectiva de crear un nuevo patrón de cambio internacional reconocido por el FMI, logrando facilitar el intercambio comercial internacional, que afectará sin duda los intereses de la mayor parte de las naciones, a la vez que su reparto en el nuevo escenario multipolar.

Por su parte, el gobierno norteamericano está abocado a cambiar el modelo vigente, que la élite plutocrática ha llevado por décadas hasta el borde del colapso en el afán de tomar el dominio mundial, que está seriamente cuestionado por sectores de una alianza igualmente poderosa que está en contra de la guerra como solución. Asimismo, hay señales sobre la apertura de investigaciones y responsabilidades contra altos personeros del estado profundo, sobre el establecimiento de la verdad de los hechos del 11-S –destrucción de las Torres Gemelas– y otras acciones de falsa bandera cuyas consecuencias pudieran cambiar la estructura política y económica norteamericana, mediante el control de la Reserva Federal, cuya disputa ha costado la vida de un expresidente americano. Ese poder en la sombra ha vulnerado la democracia y pretendido imponer un modelo global de gobierno único, un solo signo monetario, una religión universal y un ciudadano controlado a través de un chip.

Por informaciones alternativas, una guerra silenciosa se está librando en la actualidad, con el uso de medios tecnológicos desconocidos. No parecen ser irracionales las políticas de la inteligencia militar de los EE.UU., contra las convulsiones provocadas por las élites afectadas, que extreman recursos para desestabilizar al gobierno de Trump, que aparece sólo como la figura representativa del verdadero poder alternativo (QANON). Todos los medios y esfuerzos para reconducir ese país que inicialmente fue un ejemplo de democracia, ha llegado a extremos de voracidad, abuso e injusticia con el mundo y el propio pueblo norteamericano, que ha logrado niveles espectaculares de desarrollo, pero no para beneficio común, sino para grupos de privilegio y la ambición desmedida.

Entre las víctimas de ese poder mundial, están los países de Suramérica, los tentáculos del monstruo llegaron entre muchas otras a Bolivia, a través de un hombre vinculado al máximo poder mundial de la banca y la energía: Rothschild y Rockefeller, a través de George Soros, magnate y multimillonario judío, que posee inversiones en nuestro continente y muchas vinculaciones con líderes del Socialismo Siglo XXI. Mediante sus fundaciones “Quantun Found” y “Open Society Foundation”, promueve corrientes políticas revolucionarias, legalización de la droga, el aborto, acciones feministas y financieras, habiendo penetrado también a Argentina, Brasil, y otros países; cuyo representante en Bolivia, es el actual líder político Juan Ramón Quintana, hombre fuerte del gobierno plurinacional.

Lo que pasa en grande, se replica en pequeño. Los EE.UU. están buscando liberarse de un pasado grave y pernicioso a los intereses del mundo y su propio pueblo; al mismo paso, los bolivianos tenemos la obligación moral de proteger lo poco que es esfuerzo del pueblo, donde el gobierno es solo un mandatario que el pueblo encomienda a través de su voto, con plazos conforme a la CPE y las leyes, y las correspondientes responsabilidades.

 

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