Una obra recientemente escrita junto a dos colegas nos permitió poner ante muchos amigos, parte de nuestro caminar académico; la obra se llama “Q’epiris del conocimiento”, en ella presentamos distintas formas de acercarnos al conocimiento, eso implica tener ensayo de divulgación, ensayos académicos, artículos académicos, entre otros.
La obra intenta hacer un caminar conjunto de tal manera que permita al lector y los escritores aportar un poco con el bulto (q’epi) que llevan a cuestas, producto de muchos años de lectura, reflexión, clases y ante todo diálogos interminables.
Es desde dicha postura que poco a poco nos podremos dar cuenta del tipo de conocimiento que cargamos y cómo nos ayuda en nuestro caminar cotidiano.
Hay personas que necesitan tener el conocimiento repetitivo, pues conocen bien a los autores que produjeron dicho conocimiento y poco a poco los van organizando, de tal manera que en dicho proceso entienden la razón de ser de los distintos procesos del conocimiento, los cuales van encontrando sentido de la mano de otros.
Otros, a partir del manejo de los conocimientos de varios autores, son capaces de organizar los mismos en una forma tal que permite la transmisión de dichos conocimientos de manera ordenada y organizada, llevando clases de sistematización organizada.
Otros que en base a los datos, fórmulas, esquemas o encuentros directos e indirectos, son capaces de organizar tablas de análisis, interpretación y reflexión que permiten entender el contexto en el cual se ve la realidad, llegando a cuantificar los mismos, comparar con la realidad y plantear alternativas ya sea teóricas, empíricas (experiencia) o analíticas.
Dichas experiencias de cargar con el conocimiento nos permiten visualizar la posibilidad de acercarnos a lo cotidiano con nuestro color de lentes; será cada persona, estudioso o estudiado, quien deberá aportar con elementos de análisis, interpretación y/o propuesta a los nuevos conocimientos.
Hasta acá un pequeño acercamiento al libro, pero la clave se halla en cómo cada uno de nosotros tiene su propio q’epi de conocimientos, o cómo a lo largo de la vida los mismos van respondiendo a nuestras propias expectativas o si lo que hacemos simplemente es una parte que se deja en el cajón de los olvidos, de ahí que nunca los podré hacer parte de nuestro trabajo cotidiano, ahí está una de las bases para autocuestionarnos y reflexionar sobre el para qué nos sirven los conocimientos acumulados durante tantos años, en una variedad de disciplinas o indisciplinas que parten del quehacer cotidiano y nos llevan a la reflexión teórica respectiva.
Pensar desde nuestros conocimientos previos, o desde nuestras potencialidades, es un maravilloso desafío para manejar la relación teoría-práctica o práctica-teoría que permita un adecuado manejo de los mismos, caso contrario la cantidad de horas dedicadas a un proceso educativo no nos servirán de nada o simplemente habremos acumulado las horas necesarias de estudio, pero no tendremos la capacidad de encontrar nuestra velocidad de despegue.
Para los que nos dedicamos a estudiar en los distintos niveles, se puede decir que nuestros q’epis nos ayudan ya sea a repetir un conocimiento, de tal manera que a la luz de nuestra experiencia podamos encontrar los elementos que nos ayudan a mejorar nuestra práctica cotidiana, eso tiene que ver con la experiencia en las distintas formas de práctica, ya sea en el pelar una papa o en un análisis de laboratorio.
Tenemos también la posibilidad de que a partir de los conocimientos y la experiencia acumulada podamos innovar algún conocimiento o realizar un pequeño aporte a la ciencia y la sociedad.
Por último, están aquellos que reflexionando o aplicando conocimientos promueven nuevas formas de saber que enriquecen al ser humano, serán dichas experiencias las que incrementan el q’epi de la sabiduría.
El paseo por los q’epiris del conocimiento simplemente es una motivación para que todos sepamos que cargamos bultos de mucho peso histórico, pero que debemos compartir de la mejor manera.
EMI Cochabamba