¿Futuro político?

16/09/2018
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Conforme pasa el tiempo, comprendo menos la realidad de Bolivia y del mundo. En el pasado se esperaba mucho del futuro; en el presente, es más ejemplar el pasado que un futuro confuso y obscuro. No acabamos de convencernos que vivimos un mundo de inversión de valores donde se ha perdido la creatividad positiva, la esperanza y la buena fe.

En esta columna vamos a ocuparnos de analizar el fenómeno político en sus variadas dimensiones y tiempos. ¿Quiénes hacían política en el pasado? Grupos estudiosos de ideologías que formulaban propuestas y visiones de país. Patriotas que entraban al gobierno ricos y terminaban pobres, intelectuales y servidores que proponían proyectos para sus países y regiones. Este proceso constructivo fue sufriendo desgaste y terminó en nuestro tiempo involucionando hasta convertirse en una diversidad de acciones contradictorias, dirigidas con clara orientación a la ventaja y la corrupción.

Las corrientes políticas variaban desde la corriente liberal, hasta una comunista totalitaria; pasando por idearios mixtos como el nacionalismo y la social democracia; sin omitir extremos anarquistas tanto de derecha como de izquierda. Millones de víctimas son el resultado del fanatismo ideológico, sobre todo de la extrema izquierda y los nazi-fascismos, demostrando que quien acaba pagando el costo de su libertad es el propio pueblo.

¿Quiénes hacen la política en el mundo actual?  Los desempleados, los incautos, los grupos extremistas, las organizaciones y redes nacionales e internacionales mafiosas, gente que quiere hacer fortuna a corto plazo y dispuesta al sacrificio por proteger a sus líderes y lograr sus objetivos de corto plazo. Esa es la decadencia del sistema político, cuando desde su origen e inicial concepción, es la ciencia ideal del servicio público, del sacrificio por la comunidad y el suelo al que juran servir. Pero esta realidad no es solo en nuestros países, rige en el mundo entero. La realidad bipolar ahora se refleja multipolar, pero no muestra esfuerzos positivos por mejorar las condiciones de vida de las mayorías poblacionales, sino solo multiplicar la riqueza de unos pocos en desmedro de los más.

Los populismos de última hora prometen que las mayorías nacionales pobres, serán los gobernantes del futuro, yendo así contra corriente de lo que piensan las élites a nivel mundial, que consideran al homo sapiens tal como lo conocemos, una especie cuyo ciclo histórico ha terminado y es irrelevante en el futuro. Por eso utilizan la inteligencia artificial, para crear el nuevo hombre muy superior que manteniendo los rasgos humanos esenciales, capacidades físicas y mentales mejoradas, le permitan una autonomía plena.   

Las guerras del futuro presagiadas por el famoso futurista Alvin Toffler se están aplicando en el presente, guerras inteligentes, como los conflictos con características únicas, que actualmente se llevan a cabo en EEUU, reflejando que un gobierno firmemente asentado en las causas de la crisis norteamericana busca condenar a los responsables políticos de los gobiernos pasados, el parlamento, la justicia, el FBI y la CIA y sus redes, las empresas sean bancarias, multinacionales, cinematográficas y la prensa. Según informaciones recientes, existen 51.000 decretos de acusación firmados por el Fiscal General, a fin de proceder a las detenciones y procedimientos de una justicia militar en un proceso más importante que los “Juicios de Nurenberg” llevados después de la II Guerra Mundial.

Las grandes hegemonías mundiales nos muestran señales de lo que puede pasar en nuestros pequeños países, porque cualquiera sea el resultado de esta confrontación de grandes poderes, los actuales gobiernos, llamados soberanos están ligados, mal que les pese, al interés de una de las partes en conflicto, pues han alimentado una de las fuentes de su riqueza y compromisos con el Poder Mundial. 

En conclusión, el futuro político de nuestros países depende de los resultados de la guerra civil norteamericana que se libra en forma discreta en todos sus frentes, de cuyo resultado si vence Trump y la Alianza patriótica, se espera que el futuro de los extremismos de izquierda, vivan la incertidumbre. Lo único seguro, es que los países periféricos pasarán a depender del otro patrón.

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