Mahatma Gandhi sentenció en vida: “Si hay un idiota en el poder, es porque quienes lo eligieron, están bien representados”. Ahora más cierto que nunca, después de que las autoridades empoderadas, oficialistas y opositoras, de la Asamblea Departamental de Cochabamba y en pleno acto de homenaje a la efemérides, han puesto al descubierto la idiotez violenta que llevan dentro. Que desastre iracundo éste y no menos reprochables las demostraciones alborotadas de las plataformas 21F, que mordieron el anzuelo tendido por el gobierno. Violencia en las calles o en cualquier lugar.
Con estos ímpetus irascibles, se nota que los líderes de estas plataformas no van a ceder sus diminutos feudos y han comenzado a diferenciarse entre sí por la mayor o menor cantidad de resistencias rabiosas que realizan. Ya debería quedarles claro que estamos en democracia y que las mayorías se consolidan con votos y no con golpes, ni empellones. La violencia no conduce a nada. Sólo recuerden que Maduro y Ortega siguen en sus sillas pese a las sangrientas y fúnebres protestas opositoras, y con cólera no van a lograr que Evo desista de su candidatura. Ya basta, las experiencias desastrosas son muchas y lo que hay que evitar es que las tropas salgan a las calles para “restablecer” la democracia, bajo las órdenes del dictador.
La radicalización violenta se nota cuando algunas plataformas alzan el estandarte del 21F como si fuera el santo grial de la democracia. No es así, peor aún si las plataformas no tienen ni fechas ni calendarios, y el actuar intuitivo les ha privado de un norte claro. No saben a dónde van sus líderes, menos sus seguidores. La verdad es simple y a tal grado ha llegado su desorientación, que no sabrían qué hacer en el día siguiente de lograr el desistimiento forzado de la candidatura del cocalero o que el Órgano Electoral le inhabilite por causales de inelegibilidad.
Me pregunto: ¿no es mejor apuntar toda la energía hacía la autoridad que decidirá allá por julio de 2019, sobre la legalidad o legitimidad de las candidaturas? Entre tanto el partido de gobierno, con el Órgano Electoral de su lado, ya señaló la fecha y el calendario para las primarias. ¿Qué tal si hacen una pausa, dejan temporalmente de lado el estribillo frecuente de “Bolivia dijo no” y emplean su valioso tiempo para unir a las plataformas, consensuar un proyecto político y programático, también seleccionar líderes armonizadores? Las plataformas tienen urgencia de una brújula que les indique un norte, que sea bueno, democrático y a largo plazo, porque ahora siento que carecen de qué hablar y cómo convencer o actuar en la próxima campaña electoral.
De lo que se trata es que en Bolivia, país muy diferente a Venezuela o Nicaragua, se consolide un proyecto estable, sin divisiones tan evidentes, y en la que exista de verdad una oposición legítima que pueda competir para llegar al poder con reglas claras y equitativas, y no como hoy que varían según las glotonerías políticas de los azules. Reitero que el objetivo del poderoso es abonar un país dividido, además de inyectar peligrosamente en la oposición las ponzoñas de la amargura, la marginalidad, la radicalidad y el engaño. No me miento al afirmar que el gobierno quiere y alienta que las plataformas del 21F se nutran de protesta militante y violenta, como si fueran esos idiotas a los que hay que representar. Esto ya duele a cualquiera.